
“El cáncer es producido por la deficiencia de estas vitaminas, los doctores lo saben pero lo tienen como un negocio [sic]”, es lo que dice un meme que ha sido compartido miles de veces en diferentes redes sociales, al menos desde 2020.
Aunque en la imagen no se especifica a qué vitaminas se refieren, los autores de las publicaciones colocan en el primer comentario un link que lleva a una supuesta nota donde declaran que la deficiencia de la vitamina D es la responsable de causar cáncer, pero esta información es falsa.
Animal Político consultó la premisa con la oncóloga Marta Zapata de la UNAM, quien explicó por qué la vitamina D no tiene ninguna relación con el cáncer. Pero adelantó que dicha vitamina no es causa del cáncer ni se emplea como tratamiento del mismo.
“El cáncer se debe a una alteración citogenética en la célula. Este daño puede ser causado por múltiples razones pero no la desnutrición ni la deficiencia de vitaminas”, dijo la oncóloga.
Según la información de la Sociedad Americana del Cáncer, este padecimiento abarca un complejo grupo de enfermedades con múltiples causas que incluyen factores genéticos, del estilo de vida tal como el tabaquismo y la actividad física, algunas infecciones y factores relacionados con el entorno como la exposición a sustancias químicas y radiaciones.
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En un intento de darle veracidad a su publicación, el artículo del sitio JK Salud, cita el video de Frank Suárez, quien se autonombra como especialista en metabolismo y obesidad en su canal de YouTube donde tiene más de 4 millones de suscriptores.
En el video, Suárez dice que la vitamina D es “la más anti-cáncer” porque regula todo el calcio del cuerpo y del cerebro, y protege el sistema inmunológico. Entonces, según su discurso, la falta de vitamina D ha sido la causante de muchos tipos de cáncer pues el cuerpo no puede defenderse sin ella.
De acuerdo con la explicación de la oncóloga Marta Zapata, el cáncer no es causado por la falta de vitamina D. No se puede asignar como causa única del cáncer algo como la deficiencia de alguna vitamina, pues la enfermedad es multifactorial.
En cuanto al papel de la vitamina D, la doctora Zapata aclaró que “se sabe que es un antioxidante lo que permite que las células no sean dañadas por los radicales libres. Con esto puede existir una mayor capacidad de la célula de evitar daño celular y utilizar sus medios de autoreparación, pero de ninguna manera puede evitar el cáncer.”
Explicó que sí protege a los huesos de enfermedades que sean secundarias a problemas con el calcio, pero no tiene la capacidad de “regular todo el calcio del cuerpo y el cerebro” como se declara en el video.
A pesar de que no evita el cáncer, Zapata indicó que sí es necesaria para tener un adecuado funcionamiento del cuerpo.
La oncóloga de la UNAM indicó que la cantidad diaria recomendada de vitamina D para favorecer una alimentación adecuada es 400 unidades internacionales (UI) –que es la unidad de medida de la cantidad de una sustancia, basada en su actividad biológica y es establecida por un acuerdo internacional– para los niños de hasta 12 meses, 600 UI para personas de 1 a 70 años y 800 UI para personas mayores de 70.
Para mantener estos niveles, la especialista recomendó consumir pescados grasos como la trucha, el salmón y el atún, ya que son buenas fuentes naturales de esta vitamina. Agregó que también el cuerpo la produce naturalmente cuando se expone la piel al sol y que por eso se le conoce como la vitamina de “la luz del sol”.
Para conocer más acerca de la nutrición en pacientes que luchan contra el cáncer, puedes consultar la página de nutrición de la Sociedad Americana del Cáncer.
En conclusión, el cáncer no es causado por la deficiencia de vitamina D, pues es una enfermedad multifactorial y esta vitamina no juega ningún papel con la enfermedad, por lo que la información que difunde esta imagen viral es falsa. Sin embargo, es importante contemplar que esta vitamina es necesaria para que el cuerpo funcione correctamente.
Con información de Lidia Sánchez.

Los fiscales y los organismos antidrogas de Estados Unidos acusaron al exgobernante de haber convertido su país en un “narcoestado” para enriquecerse y mantenerse en el poder. El indulto de Trump podría ocurrir a días de las elecciones en Honduras.
El expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, condenado a 45 años de cárcel por narcotráfico en EE.UU., podría quedar en libertad.
¿El motivo? El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este viernes que indultará al exmandatario, por considerar que “ha sido tratado con mucha dureza e injusticia”, según escribió en su red social Truth Social.
El momento elegido para concederle el perdón presidencial al político centroamericano, declarado culpable en junio de 2024 por un tribunal de Nueva York, resulta llamativo.
En primer lugar, el anuncio se produjo a menos de 48 horas de que los hondureños acudan a las urnas para elegir al sucesor de la izquierdista Xiomara Castro, una circunstancia que Trump no desaprovechó. Así, el republicano también expresó su respaldo a Nasry “Tito” Asfura, candidato del derechista Partido Nacional y sucesor de Hernández.
Además, el hecho de que Trump indulte a un político acusado de traficar cerca de 500 toneladas de cocaína a EE.UU. sorprende teniendo en cuenta que en las últimas semanas Washington ha enviado a parte de su armada hacia las costas del Caribe para frenar el tráfico de drogas hacia su territorio y ha hundido a una veintena de presuntas narcolanchas, matando a más de 80 personas.
Los fiscales que sentaron a Hernández en el banquillo lo acusaron de convertir a Honduras en un “narcoestado” y de haberse lucrado en el proceso, imputaciones que el político calificó de “calumnias”.
Antes de convertirse en el primer exjefe de Estado condenado por narcotráfico en EE.UU. desde el panameño Manuel Noriega en 1992, Hernández ya había roto otros récords. En 2014 se convirtió en el presidente más joven del país centroamericano desde 1980 y, en 2017, en el primero en ser reelegido en décadas.
La historia del político conocido en su país por las siglas JOH empezó el 28 de octubre de 1968 en la ciudad de Gracias, departamento de Lempira, donde creció como el número 15 de 17 hermanos.
Tras completar sus estudios en el Liceo Militar del Norte, en San Pedro Sula, estudió derecho en la Universidad Nacional de Honduras.
En la universidad inició su andadura política, desempeñándose como presidente de su asociación estudiantil entre 1988 y 1989.
Luego de graduarse entró a la primera secretaría del Congreso como asistente de su hermano Marcos Augusto, quien ya era diputado y allí comenzó a tejer contactos en el todopoderoso Partido Nacional.
Al culminar unos estudios de administración pública en la Universidad Estatal de Nueva York (EE.UU.), se presentó como candidato a diputado por el departamento de Lempira, cargo que ejerció durante cuatro períodos legislativos desde 1998.
En 2010 alcanzó la presidencia del Congreso durante la administración de Porfirio Lobo e impulsó una agenda de seguridad y mano dura contra el crimen organizado que le ganó respaldo de sectores conservadores y empresariales.
En 2012 ganó las elecciones internas del Partido Nacional y un año después se impuso en los comicios presidenciales.
“Soy Juan Orlando Hernández y vengo de las tierras del indómito Cacique Lempira; con apoyo del pueblo soy el presidente de Honduras”, dijo durante su juramentación el 27 de enero de 2014.
Durante sus campañas y actos proselitistas evocaba con frecuencia ese vínculo con el líder indígena.
Hernández llegó a la presidencia prometiendo “hacer lo que tenga que hacer para recuperar la paz y la tranquilidad de mi pueblo”, el cual padecía los embates de la violencia vinculada con el narcotráfico.
El crimen organizado infiltró distintas instituciones y disparó la tasa de homicidios hasta convertir a Honduras en el país más violento del mundo en la década pasada, según cifras de Naciones Unidas.
La disposición de Hernández a extraditar a sospechosos de narcotráfico a EE.UU. y algunas reformas en los cuerpos de seguridad fueron presentadas como muestras de su voluntad adecentar el país.
Sin embargo, las sospechas de sus nexos con los carteles estallaron cuando en 2018 uno de sus hermanos, el exdiputado Juan Antonio “Tony” Hernández, fue detenido en Miami (EE.UU.) por agentes federales y acusado de traficar con narcóticos.
“No he sido, no soy ni seré amigo de ninguno de estos delincuentes, y continuaré mi lucha hasta el último día de mi gobierno, cueste lo que cueste”, aseguró en el Congreso en 2021, tras la condena a cadena perpetua de su hermano y el incremento de los indicios en su contra.
Y si lo anterior no fuera suficiente, las acusaciones de que fondos del Seguro Social fueron desviados desataron protestas masivas en el país, en las cuales se exigió su renuncia.
Su decisión de no renovarle el mandato a la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), una instancia creada en acuerdo con la Organización de Estados Americanos (OEA) para combatir la corrupción, dañó a un más su imagen.
No obstante, lo anterior no impidió al político buscar un segundo mandato consecutivo, pesa a que la Constitución hondureña prohíbe la reelección inmediata. Precisamente los deseos de Manuel Zelaya, su gran rival, por reelegirse fueron la justificación para deponerlo en 2009.
Un cuestionado fallo de la Corte Suprema le permitió competir en sus comicios, que la OEA pidió repetir por considerar que las irregularidades que los rodearon “hacían imposible determinar con la necesaria certeza al ganador”.
El anuncio de su reelección desató una nueva ola de protestas que fue duramente reprimida por las autoridades y dejó al menos 23 muertos, según la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
La solicitud fue ignorada y Hernández siguió en el poder hasta 2022.
En febrero de 2022, apenas días después de abandonar la presidencia, el exmandatario fue detenido y a las semanas fue extraditado a EE.UU. para enfrentar cargos de narcotráfico.
“Pavimentó una autopista de cocaína hacia EE.UU., protegido por ametralladoras”, afirmaron los fiscales que lo procesaron.
Atrás quedaban los días en que Washington lo consideraba como un aliado confiable en la lucha contra las drogas, al que entregó más de US$ 50 millones en asistencia y ayuda militar. Incluso, en 2019, Trump llegó agradecerle su cooperación.
Aunque Trump y los aliados de Hernández consideran que el exgobernante fue tratado injustamente por el gobierno del demócrata Joe Biden, lo cierto es que las investigaciones en su contra se iniciaron durante la primera administración del republicano.
Durante sus averiguaciones, los fiscales estadounidenses descubrieron que Hernández estaba vinculado con narcotraficantes al menos desde 2004, mucho antes de convertirse en presidente, y que facilitó el contrabando de unas 500 toneladas de cocaína a EE.UU.
Con la ayuda de registros telefónicos y testimonios de criminales arrepentidos, los investigadores concluyeron que los narcotraficantes le pagaron millones de dólares en sobornos para permitir el contrabando de cocaína desde Colombia y Venezuela “con virtual impunidad”.
Los fiscales señalaron que la alianza de Hernández con los carteles no solo tenía “el fin de enriquecerse”, sino que también perseguía “mantenerse en el poder (…) de forma corrupta”.
Según la acusación en su contra, el político empleó el dinero que obtuvo de los narcotraficantes para luego sobornar a funcionarios y manipular a su favor las dos elecciones presidenciales en las que compitió.
Hernández, por su parte, ha negado estos señalamientos y ha afirmado que fue “acusado errónea e injustamente”.
No obstante, las pruebas y testimonios expuestos en el tribunal que lo procesó lo contradijeron.
“Le vamos a meter la droga a los gringos en sus narices”, le dijo el exmandatario al narco Geovanny Fuentes Ramírez, aseguró uno de los testigos que declaró en su juicio.
Otro procesado, el exalcalde Alexander Ardón, aseveró que entregó millones de dólares tanto a Hernández como al expresidente Lobo para asegurarse rutas sin obstáculos para mover las drogas.
Ardón calculó que con la ayuda de las autoridades hondureñas movió sin problemas unas 250 toneladas de cocaína, en sociedad con Tony Hernández, el hermano del exmandatario, y de Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del cartel de Sinaloa, ambos condenados a cadena perpetua en EE.UU.
En junio de 2024, el juez Kevin Castel no solo condenó al expresidente a permanecer casi medio siglo en prisión, sino que le impuso una multa de US$ 8 millones.
Pero Hernández no solo tiene problemas judiciales en Estados Unidos. En Honduras, apenas fue extraditado, la justicia de ese país le confiscó 33 bienes inmuebles, ocho empresas y 16 vehículos, informó el Ministerio Público.
Ahora resta por saber cuándo se materializarán el indulto y la excarcelación del expresidente y si volverá a Honduras para retomar su carrera política.
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