Para entender mejor
Usuarios de redes sociales han denunciado ser etiquetados en publicaciones de Instagram, en el que presuntamente te notifican que son ganadores de una tarjeta de regalo de la tienda en línea de la marca SHEIN, sin embargo esta publicación es apócrifa, ya que al dar click y seguir las indicaciones, en realidad se trata de phishing, un tipo de fraude bancario virtual.
Tras una búsqueda en google y siguiendo los pasos que indica la publicación, El Sabueso detectó que los perfiles que etiquetaban a usuarios de instagram no estaban validados cómo oficiales de la tienda, además, el enlace para recibir el supuesto premio no redirecciona directamente a la página oficial de Shein México sino a un sitio apócrifo.
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Las publicaciones engañosas dicen “¿Has sido etiquetado en la foto? ¡Felicitaciones! ¡Has ganado la tarjeta de regalo SHEIN! ¡Sigue la historia y obtén tu premio!”, luego de etiquetar a varios usuarios en el mismo mensaje, de igual forma El Sabueso ha detectado el mismo mensaje en ciudades europeas como España y Polonia.
Por medio de su instagram oficial, SHEIN México emitió un comunicado en el que advierte que, efectivamente se trata de cuentas falsas e invita a los usuarios a no brindar información personal y denunciar este tipo de cuentas apócrifas, además, aclara que las cuentas oficiales de la marca nunca solicitarán información personal.
Al dar click en el sitio fraudulento, solicitan llenar un cuestionario con datos personales y datos bancarios a cambio de recibir la tarjeta de regalo sin ofrecer ningún tipo de aviso de privacidad, lo cuál, indica que se trata de Phishing, una forma de fraude electrónico.
De acuerdo con el actuario Jesús Chávez Ugalde, Director de Análisis y Estadísticas de
Servicios y Productos Financieros de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) el Phishing es un tipo de fraude que consiste en la suplantación de identidad de marcas, instituciones financieras y de gobierno por medio de un sitio web apócrifo, con el objetivo de obtener información confidencial como números de tarjetas de crédito, contraseñas, datos bancarios, claves de acceso, entre otros, para cometer fraudes.
“Me van a mandar una página, una página clonada (…) la página me empieza a pedir información para bloquear un producto financiero o lo que solicitan y empiezo a dar esta información y del otro lado el delincuente, lo que está haciendo es tomar mi información y transferir el dinero a otras cuentas”. explicó en entrevista para El Sabueso Chávez Ugalde.
De igual forma, Chávez Ugalde advierte que no se debe proporcionar ningún tipo de información y sobre todo dudar de ofertas, premios y promociones que resultan bastante atractivas para ser reales.
“Si me llega un premio,(…) busco un teléfono directamente a la empresa, con todo el cuidado, pues nadie te ofrece premios de manera tan sencilla, tomar en consideración que eso es muy, muy complejo”, también recomendó no ingresar a dichos enlaces, pues desde ahí pueden obtener datos al instalar virus que descarga toda la información del dispositivo desde el que hayan ingresado.
Para evitar caer en este tipo de fraudes, la Condusef recomienda no entregar datos personales a través de un correo electrónico, tener en cuenta de que empresas y mucho menos bancos, no solicitan datos financieros y personales cuando no sea el usuario quien solicite alguna operación, así como verificar y asegurarse que los sitios en los que se accede sean los oficiales.
En conclusión, la tarjeta de regalo de SHEIN como presunto premio al etiquetar a un perfil en instagram, es falso, realmente se trata de un fraude bancario conocido como phishing, en el que utilizan información personal para realizar transacciones y compras fraudulentas.
Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo.
¿Existe alguna obra de ficción del pasado que pueda ayudarnos a comprender las preocupantes tendencias actuales?
Considerando la proliferación de referencias a la “neolengua” ofuscadora, líderes al estilo del Gran Hermano y sistemas de vigilancia ineludibles en artículos periodísticos, esta pregunta tiene una respuesta simple: “Sí, y esa obra es ‘1984’ de George Orwell”.
Tanto la izquierda como la derecha política consideran la novela que Orwell escribió en 1949 como el libro del siglo pasado que mejor se relaciona con el presente.
Pero hay otros que consideran la cultura del consumo y la obsesión por las redes sociales como las principales preocupaciones actuales. Entonces la respuesta es diferente: “Sí, y esa obra es ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley”.
Nosotros, sin embargo, pensamos que la respuesta es “ambas”.
En el largo debate sobre quién fue el escritor más profético de su época, Orwell, que fue alumno de Huxley en Eton, es generalmente el favorito.
Una razón de esto es que las alianzas internacionales que durante mucho tiempo parecieron estables ahora están en constante cambio. En 1984, su última novela, Orwell imaginó un futuro mundo tripolar dividido en bloques rivales con alianzas cambiantes.
En el breve periodo transcurrido desde que el presidente estadounidense Donald Trump inició su segundo mandato, sus políticas y declaraciones han provocado sorprendentes realineamientos.
Estados Unidos y Canadá, socios cercanos durante más de un siglo, están ahora enfrentados. Y en abril, un funcionario de Pekín se unió a sus homólogos de Corea del Sur y Japón para oponerse, formando un trío improbable, a los nuevos aranceles de Trump.
Quizás por eso existe un campo floreciente de “estudios orwellianos”, con su propia revista académica, pero no de “estudios huxleyanos”.
Probablemente también explica por qué “1984”, pero no “Un mundo feliz”, sigue figurando en las listas de los más vendidos, a veces junto con “El cuento de la criada” (1985) de Margaret Atwood.
“Orwelliano” (a diferencia del raramente conocido “huxleyano”) tiene pocos competidores aparte de “kafkiano” como adjetivo inmediatamente reconocible vinculado a un autor del siglo XX.
Por maravillosos que sean Atwood y Kafka, estamos convencidos de que combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo. Esto se debe en parte a, y no a pesar de, la frecuencia con la que se ha contrastado la autocracia que describen Orwell y Huxley.
Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Muchos no encajan del todo en el modelo que Orwell o Huxley imaginaron, sino que combinan elementos.
Sin duda, hay lugares, como Myanmar, donde quienes ostentan el poder recurren a técnicas que evocan inmediatamente a Orwell, con su enfoque en el miedo y la vigilancia. Hay otros, como Dubái, que evocan con mayor facilidad a Huxley, con su enfoque en el placer y la distracción. Sin embargo, en muchos casos encontramos una mezcla.
Esto es especialmente evidente desde una perspectiva global. Es algo en lo que nos especializamos como investigadores internacionales e interdisciplinarios: un académico literario turco radicado en el Reino Unido y un historiador cultural californiano de China, que también ha publicado sobre el Sudeste Asiático.
Al igual que Orwell, Huxley escribió muchos libros que no eran ficción distópica, pero su incursión en ese género se convirtió en su obra más influyente. “Un mundo feliz” fue muy conocido durante la Guerra Fría.
En cursos y comentarios, se solía comparar con “1984” como una narrativa que ilustraba una sociedad superficial basada en la indulgencia y el consumismo, en contraposición al mundo orwelliano, más sombrío, de supresión del deseo y control estricto.
Si bien es habitual abordar los dos libros a través de sus contrastes, también pueden tratarse como obras interconectadas y entrelazadas.
Durante la Guerra Fría, algunos comentaristas consideraron que “Un Mundo feliz” mostraba adónde podía llevar el consumismo capitalista en la era de la televisión.
Occidente, según esta interpretación, podría convertirse en un mundo donde autócratas como los de la novela se mantuvieran en el poder. Lo lograrían manteniendo a la gente ocupada y dividida, felizmente distraída por el entretenimiento y la droga “soma”.
Orwell, por el contrario, parecía proporcionar una clave para desbloquear el modo más duro de control en los países no capitalistas controlados por el Partido Comunista, especialmente los del bloque soviético.
El propio Huxley en “Un mundo feliz” revisitado, un libro de no ficción que publicó en la década de 1950, consideró importante reflexionar sobre cómo combinar, abordar y analizar las técnicas de poder e ingeniería social presentes en ambas novelas.
Y resulta aún más valioso combinar estos enfoques ahora, cuando el capitalismo se ha globalizado y la ola autocrática sigue alcanzando nuevas fronteras en la llamada era de la posverdad.
Los enfoques orwellianos, de corte duro, y huxleyanos, de corte suave, para el control y la ingeniería social pueden combinarse, y a menudo lo hacen.
Vemos esto en países como China, donde se emplean los crudos métodos represivos de un Estado del Gran Hermano contra la población uigur, mientras que ciudades como Shenzhen evocan un mundo feliz.
Vemos esta mezcla de elementos distópicos en muchos países: variaciones en la forma en que el escritor de ciencia ficción William Gibson, autor de novelas como “Neuromancer”, escribió sobre Singapur con una frase que tenía una primera mitad suave y una segunda dura: “Disneylandia con la pena de muerte”.
Este puede ser un primer paso útil para comprender mejor y quizás empezar a buscar una manera de mejorar el problemático mundo de mediados de la década de 2020. Un mundo en el que el teléfono inteligente en el bolsillo registra tus acciones y te ofrece un sinfín de atractivas distracciones.
*Emrah Atasoy es investigador asociado de Estudios Literarios Comparados e Inglés e Investigador Honorario del IAS de la Universidad de Warwick.
*Jeffrey Wasserstrom es profesor de Historia China y Universal, Universidad de California, Irvine.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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