La virginidad es un concepto social, especialistas nos explicaron que no es un término o una condición médica, y esto lo corrobora la propia Organización Mundial de la Salud. Aun así, en redes sociales se comparte una publicación que desinforma sobre el tema, asegurando falsamente que la virginidad se refiere “a la tapita que traen las mujeres de origen, cuando aún no fueron inseminadas. El nombre científico es hitman creo (sic)”.
Dicha publicación, que incluye ilustraciones del canal vaginal, acumuló más de 37 mil reacciones y se compartió más de 27 mil veces en Facebook desde diciembre de 2021. Sin embargo, la publicación sigue recirculando en 2023, y registra comentarios realizados en los últimos días. Aunque algunas personas la toman con humor, otras destacan su molestia por la imprecisión que contiene, o aprovechan para seguir generando un discurso de desinformación o violencia contra las mujeres.
Le preguntamos a la doctora Zarela Chinolla, académica de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, y nos mencionó que el himen sí existe: es un tejido blando que se encuentra en la entrada de la vagina. Pero contrario a la creencia social, habitualmente desde el nacimiento este tejido tiene una perforación que permite el flujo de la sangre, cuando comienza la menstruación.
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Aunque algunas veces, detalló, se nace con un himen imperforado, esto se trata de una condición médica que podría convertirse en un problema de salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la virginidad no es un término médico o científico, sino un concepto social, cultural y religioso, que “refleja la discriminación de género”.
La OMS explica que este concepto se basa en estereotipos que restringen la sexualidad femenina al matrimonio. “Esta noción es dañina para las mujeres y las niñas en todo el mundo”, apunta la Organización.
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Planned Parenthood señala que, de hecho, el concepto de virginidad es complicado, pues usualmente “ser virgen” quiere decir que nunca has tenido sexo, y la practica sexual puede entenderse de forma diferente para cada persona.
Y aunque en algunas sociedades comúnmente se dice que el himen sin perforar es muestra de virginidad, la doctora señala que esto nada tiene qué ver y que, de hecho, “la virginidad es un concepto que hemos creado y que tiene que ver más con un concepto religioso y de castigo”.
El nombre correcto es himen, y no “hitman”, como dice la publicación. Es un tejido fino y carnoso que está en la entrada de tu vagina.
“Mucha gente piensa que el himen cubre completamente la entrada de la vagina y que en algún momento se abre al estirarse, pero usualmente ese no es el caso. La mayoría de las veces, el himen ya tiene un agujero lo suficientemente grande por donde pasa la sangre de la menstruación y para usar tampones cómodamente”, explica Planned Parenthood .
Como se muestra en la ilustración, el himen es diferente en cada persona con órganos femeninos. En algunas personas el himen no cubre por completo el canal vaginal, lo que permite el flujo de la menstruación. Lo anterior, sin necesidad de que la persona haya tenido penetración sexual.
Sin embargo, existe una condición médica denominada imperforación del himen, que es cuando este cubre toda la abertura de la vagina, y aunque esto se puede diagnosticar desde la infancia durante un examen médico, muchas veces se observa cuando comienza la menstruación y la sangre se acumula causando problemas de salud, explica MedlinePlus.
A decir de la doctora Chinolla la imperforación del himen se puede convertir en una emergencia que requiera intervención médica
“Cada ciclo menstrual se irá acumulando la sangre que no sale al exterior y se puede acumular en vagina, después en el útero y llega a tener repercusiones tan graves como que pueda pasar la sangre a las tropas de Falopio y esto puede dañar severamente”, explica.
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Chinolla destaca que una mujer debe conocer su cuerpo, incluso antes de iniciar su vida sexual, pues la información precisa es necesaria para evitar este tipo de desinformación que abunda en Internet y redes sociales.
Cabe señalar que, la primera vez que introduces algo a tu vagina (pene, dedos, o juguetes) puede haber sangrado o dolor, pero no le pasa a todas. “Algunas personas naturalmente tienen más tejido en el himen que otras, por lo que el dolor o sangrado pueden suceder cuando el himen se estira”, explica Planned Parenthood.
En conclusión: Es falso que la “virginidad” sea una condición biológica, se trata de un concepto social. Tampoco es verdad que “las mujeres nacemos con una tapita” en la vagina. Se trata de un tejido que anatómicamente suele tener perforaciones desde el nacimiento.
Las películas que discutimos aquí nos invitan a reflexionar sobre la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
Las malas películas nos lo ponen demasiado fácil: el héroe aparece como totalmente bueno, no ofrece dudas al respecto, y el villano es completamente malvado. No existe ambigüedad, nada que pensar.
Sin embargo, las buenas películas plantean preguntas que no son fáciles de resolver e invitan a la reflexión. Dado que la filosofía prefiere los problemas a las soluciones finales, el buen cine y el pensamiento son magníficos compañeros de viaje.
Abróchense los cinturones. En este breve trayecto les vamos a proponer cuatro películas geniales. Con ellas pensaremos una problemática que atraviesa la historia: la relación entre lo animal, lo humano y la tecnología.
En una de las escenas más conocidas de esta película de ciencia ficción, un primate golpea violentamente con un hueso el cráneo de otro animal. La aparición previa de un monolito resulta clave para entender su actitud. Antes de su llegada, los monos convivían en armonía; después, comienzan las peleas.
El monolito se puede interpretar como el surgimiento de la tecnología y al colocarlo en ese momento histórico el film hace ver que la fabricación de un utensilio prehistórico supuso el primer hecho tecnológico.
Muchos pensadores, como Marx, han afirmado que precisamente fue el progresivo uso de herramientas lo que provocó que los seres humanos se separasen de los animales. Ello nos hizo más capaces, nos permitió adaptarnos mejor, prevenir dificultades.
Pero también comportó una carga, y peligros derivados –envidias, prohibiciones, castigos…– que pueden generar violencia y obligaciones que menoscaban nuestra libertad.
El arado, por ejemplo, facilita el trabajo agrícola y mejora la producción. A su vez, permite la acumulación de alimentos ante posibles contingencias (malas cosechas, epidemias u otros). Pero también requiere labores de mantenimiento, vigilancia y control, así como cierta reglamentación al respecto.
Es decir, en última instancia, sin la existencia del arado tampoco habría existido voluntad de entrar con sigilo en un silo para robar alimentos ni la necesidad de instaurar, por ello, un castigo.
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El proceso de liberación de todas esas cargas específicamente humanas de las que hablábamos se ve reflejado en esta inquietante película, ópera prima de Robert Eggers.
En ella, la protagonista, Thomasin, se emancipa de su patria cuando viaja de Inglaterra a Nueva Inglaterra. Posteriormente, se desvincula de la comunidad de la que forma parte cuando su padre es excomulgado y su familia se aísla cerca de un bosque. Más tarde, se aleja de su propio entorno tras ser acusada de brujería.
Finalmente culmina su liberación adentrándose en el bosque. La última escena es muy significativa al respecto: la figura de Thomasin se eleva sobre una danza de mujeres desnudas bailando alrededor de una hoguera.
La filosofía de Gilles Deleuze se sitúa claramente del lado de Thomasin.
Deleuze anima a eliminar todas las ataduras que reducen nuestras capacidades y a realizarlas plenamente, siempre que no generen obstáculos para otros.
Su comprensión de lo animal, más que el regreso a un estado de naturaleza no tecnológico, supone el rechazo de cualquier norma que nos limite, colocándonos bozales y corsés. Thomasin deviene animal, lo cual no quiere decir que deje de ser humana.
En la saga de las películas de Matrix se narra la lucha entre unos rebeldes, liderados por Neo, Trinity y Morfeo, y los agentes del poder, con el Sr. Smith a la cabeza.
La primera película actualiza el mito de la caverna de Platón, adaptándolo a la época tecnológica. En la cueva que describió Platón, los esclavos se encuentran en el interior, encadenados. Sin embargo, no son conscientes de su estado de servidumbre. Visualizan las sombras de unos objetos proyectadas en la pared y creen que esas imágenes son los objetos reales y verdaderos. Salir afuera, desencadenarse, supone ver el mundo en toda su amplitud, conocer la verdad.
En Matri“, el mundo es en realidad una simulación informática. Pero ¿cómo escapar de esa otra caverna?
En uno de los momentos más icónicos de la película, Morfeo le presenta a Neo la posibilidad de elegir entre dos opciones: la pastilla roja o la pastilla azul. La primera le ofrece la verdad, asumir que es un esclavo y que debe luchar por la liberación; la otra le devuelve al redil de la felicidad ignorante.
El protagonista, Neo, acepta el reto y opta por la pastilla roja. En esta época de incesante progreso tecnológico, posverdades, con tanta información que resulta casi imposible conocer la verdad y en la que abundan las fake news, parece cada vez más complicado salir de la caverna.
Sin embargo, sí es posible, como muestra la última película de nuestra lista.
Si Matrix actualiza el mito de Platón, este largometraje hace lo propio con el de Prometeo y el Frankenstein de Mary Shelley.
Gracias a la tecnología, el científico Dr. Godwin trae al mundo a Bella Baxter, un bebé en el cuerpo de una mujer adulta. La educación que recibe es muy poco tradicional: apenas hay prohibiciones y se la invita a aprender experimentando, teniendo en cuenta que se enfrenta al mundo siempre como una niña, jugando y divirtiéndose.
En palabras de Nietzsche, se transforma en superhombre; en este caso, en supermujer. En Así habló Zaratustra el filósofo explica que, al contrario que el camello —que obedece ciegamente toda orden— o el león —que, con un zarpazo, las rechaza todas—, el niño juega y crea. Esta alegoría no remite a la primera época de nuestras vidas sino más bien a una forma de vivir: el modo de ser niño (superhombre) rechaza convertirse tanto en amo como en esclavo. Igual que hace, a lo largo de la historia, Bella.
En definitiva, la naturaleza y la cultura o lo animal, lo humano y lo tecnológico son ámbitos estrechamente relacionados. El concepto cíborg, propuesto por la filósofa Donna Haraway, elimina las etiquetas que separan y excluyen y aboga por aunar las diferentes dimensiones de la realidad que nos configuran y nos proporcionan un potencial tan maravilloso (por ejemplo, la imprenta) como peligroso (la bomba atómica).
Después de todo, somos animales humanos tecnológicos y hemos de asumir esa responsabilidad.
*Luis Ángel Campillos Morón es profesor de filosofía, Universidad de La Rioja, España.
*Este articulo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creatve commons. Haz clic aqui si quieres leer la versión original.
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