Con la noticia del hallazgo sin vida de Jesús Ociel Baena Saucedo circularon menciones en las que no se respetó su identidad de género. Incluso personajes de la vida política como la senadora Lilly Téllez y de medios de comunicación como Ricardo Salinas Pliego no reconocieron en sus comentarios a le magistrade del Tribunal Electoral del Estado de Aguascalientes como una persona no binarie.
“Ni hombre, ni mujer. Es no binarie lo que he decidido ser”, pronunció Jesús Ociel en uno de sus videos.
Lo que ocurrió con le magistrade se conoce como malgenerizar, o sea, llamar a alguien con un pronombre con el cual no se identifica porque no va acorde con su identidad de género.
En El Sabueso, entrevistamos a la asesora lingüística Paulina Chavira y a personas no binaries para que nos expliquen la importancia de respetar los pronombres personales, como debió ocurrir en el caso de le magistrade Baena Saucedo.
La identidad de género es la autopercepción que una persona tiene de sí misma. De acuerdo con la Secretaría de Gobernación (Segob), se trata de la forma individual de vivir el género, la cual podría o no corresponder con el sexo u orientación sexual.
La identidad de género incluye la libertad de modificar la apariencia a través del nombre, la vestimenta, los cortes de cabello o hasta de técnicas médicas o quirúrgicas. Por ejemplo, le magistrade Jesús Ociel Baena Saucedo se vestía con tacones, faldas y se maquillaba.
“Representaba una esperanza de ser nosotres mismes y de poder vestirnos de acuerdo a nuestra identidad de género en estos espacios laborales donde también la discriminación es muy grande. Y de acceder a puestos en instituciones públicas desde dónde poder incidir”, menciona en entrevista Noah Jarillo González, quien se identifica como persona no binarie.
En el caso de las personas no binaries la identidad de género no corresponde con el binarismo hombre-masculino mujer-femenino. Les no binaries no se sienten integral, permanente o exclusivamente como hombres o mujeres.
“Hay muchísimas formas de ser una persona no binarie. Entonces es importante que quede muy claro, que cada experiencia es única, es individual pero lo que nos une es que no nos percibimos dentro de las categorías de hombres o de mujeres y hay muchas formas de vivir eso”, señala Jarillo González.
Para más información: Escuchar para conocer otras realidades: *hablemos de la identidad no binaria*
Paulina Chavira, asesora lingüística, explica en entrevista que los pronombres son palabras que funcionan en lugar de un sustantivo común o propio, como el nombre de una persona.
Así como hay pronombres personales masculinos y femeninos como él y ella, que encajan con el entendimiento binario, las personas que no se identifican con ninguno de estos dos géneros pueden preferir el pronombre neutro elle.
No se recomienda utilizar las comillas en ningún caso. Esto pasó cuando medios de comunicación reportaron el hallazgo sin vida de Jesús Ociel Baena Saucedo y entrecomillaban la palabra magistrade.
“Hoy tenemos una realidad distinta, en donde afortunadamente se reconoce que hay una diversidad sexogenérica muy amplia que no se queda solamente en esto que muchas personas aprendimos porque eso fue lo que nos enseñaron durante muchos años, durante siglos”, comenta Chavira.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por lenguaje inclusivo se entiende la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género o identidad de género.
“Entre las personas cisgénero, que se identifican con el género que les fue designado al nacer, es algo que ya está dado, que ya se pasa por alto. En general no es un problema que tengan las personas cis”, refiere Noah Jarillo González sobre los pronombres personales.
Respetar los pronombres y sustituir las letras a y o por la e es una forma de incluirles, ya que muchas veces se les niega su propia identidad.
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Tras el hallazgo sin vida de le meagistrade Jesús Ociel Baena Saucedo, también hubo quienes pedían respeto a los pronombres con los cuales elle se nombraba. Si no hay reclamo, se manda el mensaje de que no sucede nada con la invisibilización o el no reconocimiento de estas identidades.
“Es una cuestión de respeto, respetar la forma en la que tú me estás diciendo que quieres que te nombre expresamente”, indica Paulina Chavira.
En Coahuila, Baena Saucedo obtuvo su acta de nacimiento con reconocimiento de identidad no binaria gracias a un amparo. Después recibió una invitación por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para ser la primera persona con pasaporte no binario en territorio nacional, sin necesidad de hacer un litigio estratégico.
“Lo que la gente no alcanza a ver es que no es un capricho, no es una moda, es saber quién soy y reconocerme allá afuera”, sostiene sobre el respeto a los pronombres Leo Morán, integrante de la colectiva Hola Amigue.
El 25 de octubre de 2023, la Escuela Judicial Electoral le entregó el primer título de Maestría en Derecho Electoral con lenguaje inclusivo. En el documento se lee: maestre Jesús Ociel Baena Saucedo.
“Se considera que nuestros pronombres son algo de lo que no nos deberíamos quejar o que eso no es inclusión pero son parte de nuestra vida, así como los de cualquier persona, de cómo nos reconocemos, de la seguridad que tenemos en ciertos espacios, incluso el no poder decirlos es como ‘no estoy siendo completamente yo’”, agrega Morán, quien se identifica como una persona no binarie transmasculina.
No asumas la identidad de género de nadie. Antes de dirigirte a cualquier persona, una muestra de inclusión es preguntarle con qué pronombres se identifica y respetarlos.
Cuantas más opciones, más difícil se hace elegir, y el resultado de nuestra elección nunca es demasiado satisfactorio. ¿Cómo lidiar con el exceso de opciones?
¿Alguna vez te ha costado más escoger una película o una serie en una plataforma de streaming que ver directamente algo? ¿O has dado muchas vueltas antes de comprar un producto online solo para seguir dudando después? En una sociedad con más posibilidades que nunca, elegir se ha convertido en una fuente de ansiedad: lo que en principio parecía una ventaja puede acabar siendo una carga.
La psicología lo define como la “paradoja de la elección”: cuantas más opciones hay, más difícil es decidir… y menos satisfacción genera la decisión tomada.
Este fenómeno fue descrito por el psicólogo Barry Schwartz, quien propuso que el exceso de libertad puede tener efectos adversos sobre el bienestar. En lugar de hacernos más felices, una abundancia de opciones tiende a bloquear, frustrar y provocar la sensación persistente de que se podría haber elegido mejor.
Un estudio clásico de Sheena Iyengar y Mark Lepper demostró que ante una variedad de 24 sabores de mermelada frente a solo 6, los consumidores eran menos propensos a comprar. La sobrecarga de alternativas no solo complica la decisión, también reduce la satisfacción con lo elegido.
Este patrón no se limita al consumo. También se observa en decisiones vitales, desde la elección de estudios hasta relaciones personales. En contextos universitarios y profesionales, el exceso de opciones puede generar una sensación de parálisis, dudas constantes y miedo a equivocarse.
La psicología ha identificado diferentes estilos de afrontamiento ante la toma de decisiones. Entre ellos, los dos más estudiados son el perfil del maximizer y el del satisficer.
Esta distinción fue formalizada en un influyente estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology.
Las personas con un estilo maximizer tienden a buscar siempre la mejor opción posible. Evalúan muchas alternativas, comparan exhaustivamente, investigan a fondo y posponen decisiones en busca de una elección óptima. Aunque este comportamiento puede parecer racional o ambicioso, en la práctica suele asociarse a consecuencias negativas para el bienestar emocional.
El estudio citado mostró que los maximizers:
Además, otras investigaciones han asociado este perfil a síntomas depresivos, especialmente cuando las decisiones se toman en contextos complejos o inciertos.
En contraste, el estilo satisficer se basa en elegir una opción que cumpla criterios personales mínimos o razonables, sin necesidad de compararla con todas las demás. Estas personas no buscan lo perfecto, sino algo que encaje con sus necesidades o valores.
Según la misma investigación, los satisficers:
Tienen una mayor estabilidad emocional tras la toma de decisiones.
El estilo satisficer no implica conformismo, sino un enfoque más funcional y adaptativo. Como señalan otras investigaciones, estas personas tienden a conservar recursos cognitivos y emocionales, lo que les permite enfrentar mejor la incertidumbre y reducir la fatiga a la hora de tomar decisiones.
La diferencia entre ambos perfiles no solo influye en cómo se decide, sino en cómo se vive el proceso y sus consecuencias. El estilo maximizer puede ser útil en contextos técnicos o decisiones de alto riesgo, pero su aplicación constante en la vida diaria –donde muchas veces no existe una opción claramente “mejor”– puede deteriorar el bienestar psicológico.
Por el contrario, adoptar una actitud satisficer permite tomar decisiones con más tranquilidad, asumiendo que ninguna será perfecta, pero muchas pueden ser válidas. En tiempos de sobreabundancia de opciones, este enfoque parece más sostenible emocionalmente.
La paradoja de la elección se manifiesta en múltiples aspectos de la vida cotidiana:
Elegir entre muchas alternativas exige recursos cognitivos y emocionales. A mayor número de opciones, mayor probabilidad de experimentar ansiedad anticipatoria, dudas persistentes, arrepentimiento posterior a la decisión, disminución del placer con lo elegido y fatiga mental.
Además, en contextos de presión social o autoexigencia elevada, esta dificultad se agrava. La sensación de que “todo depende de una elección correcta” puede derivar en estrés crónico o evitación.
El fenómeno de la fatiga decisional ha sido descrito también en el ámbito clínico. Algunos estudios muestran cómo el esfuerzo mental acumulado por tomar muchas decisiones reduce la capacidad de autocontrol y aumenta la vulnerabilidad al estrés.
Desde la psicología aplicada, se han propuesto diversas estrategias para reducir el impacto negativo de la sobreabundancia de opciones:
En un contexto cultural que asocia libertad con cantidad, puede parecer contradictorio que reducir opciones aumente el bienestar. Sin embargo, numerosos estudios lo confirman: un exceso de alternativas genera ruido, fatiga y frustración.
Apostar por una toma de decisiones más simple, más conectada con lo personal y menos centrada en encontrar lo “óptimo” puede ayudar a mejorar la salud mental y la calidad de vida. En este sentido, elegir menos no es conformarse, sino decidir con más sentido.
*Oliver Serrano León es director y profesor del Máster de Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea de Canarias, Universidad Europea
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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