
Ante el aumento de las desigualdades en la Ciudad de México con la llegada de extranjeros, algunos de ellos —principalmente provenientes de Estados Unidos— decidieron organizarse en el colectivo Gringo Tax para juntar recursos y realizar actividades solidarias en beneficio de algunos barrios y colonias.
“La idea de Gringo Tax surgió durante la pandemia de Covid-19, con la llegada de más extranjeros a México porque tuvieron la posibilidad de tener un trabajo remoto. Ante la necesidad de la emergencia y pensando en que somos muchos los que vivimos aquí, pero no somos de aquí, nos preguntamos cómo podíamos mover recursos solidarios sin hacer caridad“, cuenta Rachel, originaria de Boston, Massachusetts, quien vive en el país desde hace diez años.

Los interesados en sumarse a la iniciativa comenzaron a organizarse en chats para donar recursos y alimentos. Luego, al terminar el confinamiento, la red de extranjeros que se había formado decidió continuar apoyando más allá de la situación de emergencia sanitaria, para lo cual se unieron con colectivos y activistas mexicanos.
Fue así como la iniciativa se formalizó en enero pasado, y desde entonces ha redistribuido más de 15 mil dólares en apoyo de varias organizaciones comunitarias, asociaciones civiles y movimientos vecinales, además de realizar actividades educativas entre extranjeros para dialogar acerca de las problemáticas generadas por la gentrificación y proponer acciones contra el desplazamiento, el aumento del costo de vida y los cambios culturales.
De acuerdo con Tizoc Sánchez, cholulteca que forma parte de Gringo Tax, con esta iniciativa los extranjeros que vienen a México, “y que mucho se dice que no pagan impuestos a pesar de ganar en dólares y vivir mucho más barato acá, se hagan responsables de aportar”. En su caso, como connacional, decidió unirse porque se interesó en los temas de gentrificación a partir del cierre de una tortillería y el alza de los precios.
Abigail, originaria de Maine, Estados Unidos, se describe como una persona que siempre ha estado interesada en estos temas: “viajé por todo el mundo durante dos años y en todos lados me encantaba ponerme a hablar con la gente sobre lo que estaba pasando, por qué no hay casas suficientes, los problemas del gobierno y la destrucción de viviendas ilegales“.

Hace dos años decidió quedarse a vivir en la Ciudad de México, donde al igual que en su lugar de origen se percató de que “hay un problema con los precios de todas las cosas“, lo que la animó a buscar cómo involucrarse en el tema.
“Es algo que se menciona en conversaciones, artículos, redes sociales y las marchas contra la gentrificación, entonces creo que muchos gringos sí ven que hay un problema, y con Gringo Tax no sólo hay un reconocimiento de que algo está pasando, porque no es suficiente, también pensamos en qué hacer“, platica sobre su participación.
En su caso, al igual que otros, los une a México el que sus parejas sean mexicanas, o tienen otro vínculo con el país que las ha motivado a preocuparse y actuar. Jamilli, por ejemplo, nació en Estados Unidos, pero sus padres son originarios de Acapulco, Guerrero. “Ellos se fueron en 1993 por temas políticos y no han podido regresar, pero yo decidí venir a la Ciudad de México cuando terminé mi maestría para visitar a mi abuela y a mi familia que se quedó acá”, comenta.
“Al llegar aquí estuve en un programa de verano y después encontré a Rachel, quien actualmente es mi roomie, y fue quien me contó sobre Gringo Tax, lo que me pareció muy chido, porque hay quien viene y quiere apoyar a la comunidad que ya vive aquí y no ven a México sólo como un paraíso“, relata Jamilli.

Lucía es mexicana, pero recién ha vuelto de Nueva York, donde vivió por siete años y trabajó en proyectos de vivienda asequible. Al regresar a México se encontró con que en algunas zonas de la capital los costos de vida se habían incrementado, y decidió buscar algún grupo de activistas que trabajaran en soluciones. Fue así como a través del buscador de internet encontró a Gringo Tax.
Al poco tiempo de integrarse al colectivo le llegó la invitación, por parte de Gringo Tax, para acudir a la primera marcha convocada contra la gentrificación en la Ciudad de México, “que se suponía sería una reunión para discutir el tema, habría un taller y un micrófono abierto, pero terminó siendo una protesta enorme con una retórica algo tensa”.
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Tizoc, quien participó en la organización de la marcha, aunque por temas laborales no pudo acudir, afirma que los convocantes “teníamos claro que la gentrificación es una cosa sobre todo sistémica, que el reclamo al gringo era contra el desequilibrio del dólar y el peso, y que en realidad nadie estaba buscando golpear a otro ser humano, pero se creó una situación tensa”.
La inconformidad que se tradujo en consignas con discursos xenófobos, y que llegó a las redes sociales de Gringo Tax en forma de cuestionamientos, los han llevado a dialogar internamente sobre las problemáticas que motivan el descontento en un espacio seguro, aunque como reconoce Abigail, “hay muchos extranjeros que después de eso sintieron que no son bienvenidos, una reacción que creo que es natural, por lo que tratamos de no involucrarnos de manera directa como grupo en ellas”.

Rachel, por su parte, piensa que más allá de la polarización que generaron estas movilizaciones, al interior del colectivo abrió la conversación sobre evitar convertirse en “salvadores blancos”, y asumir que en el sistema actual “unos tienen más poder que otros, por lo que nos queda escuchar y entender de dónde viene el enojo, así como asumir que la gentrificación no es culpa de una persona, es algo sistémico con muchos años de historia”.
“No es cuestión de quién tiene la razón, todos tenemos experiencias muy distintas, lo importante es escuchar, conocernos, ver a los otros como humanos y reconocer los privilegios que tenemos para ver de qué forma podemos aportar y apoyarnos, porque no hay una forma única ni fácil de solucionar las cosas”, plantea.
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Sin embargo, no todos los extranjeros se sienten cómodos cuestionando su privilegio o con la invitación a retribuir a la comunidad en la que se han integrado en México: “hay varios que dicen ‘qué interesante’, pero no se suman a las actividades, o están quienes se ponen a la defensiva”, ante lo cual Rachel remarca: “no tenemos intención de pelear o discutir con nadie, aportan quienes deciden hacerlo”.
Actualmente, Gringo Tax está integrado por 15 personas mexicanas y extranjeras que administran los recursos y planean las acciones que lleva a cabo el colectivo, a quienes se suma una treintena de personas que participan en las distintas actividades. Quienes quieran sumarse o aportar donativos, pueden contactarlo a través de redes sociales o de su página de internet.

El líder de la operación asegura que su organización está construyendo infraestructura en Venezuela para extraer a personas del país en caso de que comience una guerra con Estados Unidos.
La operación de rescate para sacar de Venezuela a la líder opositora y premio Nobel María Corina Machado incluyó disfraces, dos barcos en mares agitados y un vuelo, según ha contado a la BBC el hombre que dice haberla dirigido.
Bautizada como “Operación Dinamita Dorada”, el peligroso viaje fue frío, húmedo y largo, pero la “formidable” Machado no se quejó ni una sola vez, según Bryan Stern, fundador de la Grey Bull Rescue Foundation.
“El mar está muy agitado. Está completamente oscuro. Usamos linternas para comunicarnos. Da mucho miedo, pueden salir mal muchas cosas”.
A pesar de los riesgos, todo salió bien. Machado llegó sana y salva a Oslo, Noruega, para recoger su Premio Nobel de la Paz justo antes de la medianoche del miércoles.
Tras haber vivido escondida en su propio país desde las controvertidas elecciones del año pasado en Venezuela, Machado no había aparecido en público desde enero. Sus hijos adultos, a quienes no había visto en dos años, estaban en Oslo para recibirla.
Grey Bull se especializa en misiones de rescate y evacuaciones, especialmente en zonas de conflicto y desastre. Un representante del equipo de Machado confirmó a CBS News, socio mediático de la BBC en Estados Unidos, que la organización estaba detrás de su operación de rescate.
Stern explicó que Grey Bull llevaba meses consolidando su presencia en el Caribe, incluida Venezuela y la vecina isla de Aruba, para prepararse para posibles operaciones en Venezuela.
“Hemos estado construyendo infraestructura sobre el terreno en Venezuela diseñada para sacar a estadounidenses, aliados, británicos y otras personas en caso de que comience la guerra en Venezuela”, declaró a la BBC.
Las especulaciones sobre una posible acción militar de Estados Unidos contra Venezuela han ido en aumento después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, pidiera al presidente Maduro que abandonara el cargo, acusándolo de enviar narcóticos y asesinos a Estados Unidos.
Según Stern, el reto en este caso consistía en sacar del país a alguien tan conocido como María Corina Machado, un nombre muy popular en Venezuela para la oposición.
Ninguna de las infraestructuras que su empresa había construido en el país, dijo, estaba “diseñada para la segunda persona más popular del maldito país con una diana en la espalda”.
Cuando entró en contacto por primera vez con el equipo de Machado, al principio no le revelaron su identidad, pero afirmó que fue capaz de adivinarla.
Se pusieron en contacto con él a principios de diciembre, a través de un contacto que conocía al equipo de Machado, y este era al parecer el segundo intento de sacarla de Venezuela, después de que el plan inicial “no saliera bien”, según dijo.
La operación se denominó “Dinamita Dorada” porque “(Alfred) Nobel inventó la dinamita” y Machado intentaba llegar a Oslo para recoger el Premio Nobel de la Paz.
Las cosas se movieron rápidamente. Stern dijo que habló con el equipo el viernes, que se desplegaron el domingo y que el martes ya habían completado su misión.
Su equipo había explorado varias posibilidades para sacar a Machado del país y se decidió por un plan que implicaba un tumultuoso viaje por mar.
Para proteger su futuro trabajo en Venezuela, Stern solo puede revelar algunos detalles del viaje.
Por tierra, trasladaron a Machado desde la casa donde se escondía hasta el punto de recogida de una pequeña embarcación, que la llevó frente a la costa hasta un barco un poco más grande, donde se reunió con él.
El viaje se realizó en “mares muy agitados”, con olas de hasta 3 metros de altura, en “una oscuridad total”, según contó.
“El viaje no fue agradable. Hacía frío, llovía mucho, estábamos empapados, las olas eran muy fuertes, y eso lo aprovechamos. La llevamos a tierra firme, hasta donde estaba su avión, y ella voló a Noruega”.
A lo largo del viaje, se tomaron varias medidas para ocultar y disimular su rostro y su perfil “digital”, ya que se trata de una política muy conocida.
“La amenaza biométrica es muy real”, señaló, y añadió que se tomaron medidas para asegurarse de que no pudiera ser localizada a través de su teléfono.
Stern dijo que María Corina Machado se comportó de manera “impresionante” a pesar de las dificultades durante el viaje, aceptando un jersey para abrigarse cuando él se lo ofreció, pero sin pedir nada más.
“Estaba empapada y helada, pero no se quejó ni una sola vez”, dijo riendo, reconociendo que la operación era muy peligrosa porque el agua “no perdona”.
“Si conduzco un barco y se me avería el motor, tendré que nadar hasta Venezuela”.
Cuando se le preguntó cómo podía garantizar la seguridad de los venezolanos que ayudaron en la operación, Stern respondió que mantuvieron sus identidades en secreto y que “nosotros [Grey Bull] realizamos muchas operaciones encubiertas”.
Muchos de los que ayudaron ni siquiera se dieron cuenta de que estaban trabajando para él, dijo Stern, mientras que otros creen que “conocen toda la historia”, pero en realidad no es así.
“Hay personas que hicieron cosas que eran benignas desde su perspectiva, pero que desde la nuestra eran fundamentales para la misión”.
Afirmó que la operación fue financiada por donantes, y no por el gobierno de Estados Unidos: “Nunca hemos recibido una nota de agradecimiento del gobierno de Estados Unidos, y mucho menos un dólar”.
Stern aseguró que se coordinó con algunos Estados nacionales y con los servicios de inteligencia y diplomáticos de varios países. Esto incluyó alertar a Estados Unidos de manera “informal”.
Machado ha dicho que tiene la intención de regresar a Venezuela, pero el Stern afirma que le aconsejó que no lo hiciera.
“Le dije: ‘No vuelvas. Eres madre. Te necesitamos’. Ella hará lo que tenga que hacer… Entiendo por qué quiere volver, porque es una heroína para su pueblo.
“Ojalá no volviera, pero tengo la sensación de que lo hará”.
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