“Hay que andar cazando las vacunas. Así: cazarlas porque de eso depende la vida de tu hijo”, dice Georgina Pérez al contar todo lo que ha tenido que batallar para conseguir las vacunas para sus dos hijos nacidos en 2020 y 2022; incluso, la única manera de conseguir algunas fue gastando 7 mil pesos “con mucho esfuerzo” con tal de que el primogénito estuviera protegido.
Otras mujeres, como Karina Pérez, han formado grupos de Facebook para alertar sobre dónde conseguir biológicos. “¿Mamis, saben dónde puedo vacunar a mi bebé?”, era uno de los mensajes de febrero de 2021.
“Alguien sabe en la CDMX o área metropolitana donde tengan la BCG”, escribió una mamá en agosto de 2022”. “¿Alguna pediatra que tenga la vacuna BCG?”, preguntó otra en diciembre de 2023.
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Lo mismo ocurre en pequeñas comunidades, como en Tlacolula, Oaxaca.
“Tienes que salir del municipio, ir a otros municipios, hasta ahora sí que a la ciudad para que te den las vacunas. La BCG, rotavirus y la hexavalente son las más agotadas, esas son las que no encuentras hasta que buscas, vas a cita, pero casi no las dan”, dice Marina.
En el centro de salud, dice, le piden su número para avisarle cuando haya vacunas, pero “nunca te llaman”. A su hijo, que nació en agosto de 2020, “cuando había demasiado desabasto de vacunas”, le aplicaron la BCG hasta los seis meses y solo hasta que encontró una dosis en el municipio San Francisco Tutla, a 45 minutos de su casa. La triple viral la consiguió en el municipio de San Jacinto Amilpas.
La hija de Saraí Ramos nació en 2019, pero ni siquiera le han aplicado la vacuna BCG, para recién nacidos, porque no había. Cuando va al centro de Salud en Tequisistlan de Cabrera, Oaxaca, a solicitarla le dicen que “una vacuna es para 10 bebés entonces tienen que juntarse por lo menos 10 que les haga falta”.
Lo mismo pasó con la hija de Jair Sánchez, del municipio de Tlacolula. “Ella nació un mes antes de la pandemia y en el hospital del Norte, de Puebla, y sí se nos hizo muy complicado conseguir una de las dos vacunas de recién nacida. Le falta una y las demás vacunas que era muy difícil por protocolos que te hacían ir a cierto tiempo, temprano y por cuestiones de trabajo que no podían y mi esposa podía salir, pues entonces no pudimos completar sus vacunas de mi hija”.
El primer hijo de Georgina nació en junio de 2020, pero en el hospital no le aplicaron la vacuna BCG, para recién nacidos que los protege contra la tuberculosis. Le dijeron que volviera después, y así lo hizo. “Recién parida, con todo el dolor, ahí fuimos a buscarla”, cuenta.
Al llegar, se encontró con una fila de mujeres con sus bebés en brazos, que en plena pandemia también estaban ahí en busca de biológicos. Pero al llegar a la puerta le dijeron que no había BCG, que volviera después. “Yo iba con mi esposo, en carro, pero ver a todas esas mujeres solas, también recién paridas, con el dolor que yo también tenía, me puse a llorar”.
Encontró ese panorama otras tres semanas y nada, la respuesta era la misma: no hay.
“¿Hay desabasto?”, preguntaba Georgina. ‘Ahorita no hay’, le respondían. “Cuidaban hasta el lenguaje para no decir que era desabasto”, recuerda. El bebé estaba por cumplir un mes y Georgina temía dejarlo desprotegido, por eso comenzó a buscar opciones en el ámbito privado.
“Fue el amigo, del amigo, que dimos con una clínica en la que sí había, y también habían las demás que le tocaban. Gastamos 7 mil pesos, que fue con mucho esfuerzo con tal de vacunarlo”.
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Justo cuando Georgina y el resto de mujeres que buscaron vacunas para sus hijos, aún en plena pandemia, el gobierno Federal apenas había hecho el contrato de adquisición de BCG, pero los millones de dosis llegaron a almacenes hasta noviembre de 2020, por eso es que no encontraron. Y un año antes, la Secretaría de Salud no compró esa vacuna, como reveló Animal Político este lunes.
Y el panorama no ha mejorado demasiado. El segundo hijo de Georgina nació en octubre de 2022, ha conseguido las vacunas, pero literalmente “cazándolas”, estando en contacto con enfermeras y otras madres que se avisan dónde hay cada biológico que le corresponde.
Algo similar ocurre con Karina Pérez, cuyo bebé nació en marzo de 2022. Consiguió la vacuna BCG 17 días después de nacido, pero no tuvo ‘suerte’ con la Hepatitis B, que también debe aplicarse al nacer, y tuvo que comprarla.
Ella ha buscado los biológicos en la clínica del IMSS de Gabriel Mancera, en la Ciudad de México, pero no las ha encontrado todas. Tuvo que pagar 900 pesos por la vacuna de influenza, 2 mil 800 pesos por meningococo y 2 mil 200 por la antineumocócica.
Sobre la vacuna de Rotavirus, que está marcada con tres dosis en la cartilla de vacunación oficial, le dicen en la clínica que “ya solo se aplican dos dosis”; lo mismo para Hepatitis A, “no le quieren poner la segunda dosis porque dicen que ya solo se aplica una”.
Incluso, para aplicar la vacuna contra sarampión a su bebé, le aseguraron que era requisito que el niño estuviera inscrito en una guardería del IMSS o de lo contrario no se la aplicaría.
Karina forma parte de un grupo de Facebook en el que están miles de madres y en el que además de compartir consejos sobre la maternidad, los últimos dos años se volvió el canal para alertar sobre la disponibilidad de vacunas.
“Hay que andarlas persiguiendo”, pero al menos, dice, en ese grupo hay esperanza. “Ese grupo es importante porque nadie te conoce, pero te dicen dónde hay vacunas para tus hijos”.
La vacunación, dice, “es fundamental para los niños, por eso me enoja que no haya, porque ¿qué pasa con quién no las puede pagar? Por eso yo no me quedo callada, reclamo, porque sé que no es culpa del personal, sino de los de arriba”.
El retardante de incendios que se usa en California es uno de los más extendidos a nivel mundial.
Mientras los equipos de rescate luchan contra los devastadores incendios forestales en el sur de California, han surgido imágenes vívidas de aviones cisterna arrojando un polvo rojo y rosa brillante sobre los suburbios de Los Ángeles.
La llamativa sustancia, un popular retardante de fuego, es ahora una imagen común en la zona, cubriendo las entradas de las casas, los techos y los automóviles.
Las autoridades dijeron que se arrojaron miles de galones de la sustancia en la última semana para detener la propagación de las llamas.
Pero, ¿qué contiene exactamente y cómo ayuda a combatir los incendios forestales?
El retardante de llama es un producto llamado Phos-Chek, que vende una empresa llamada Perimeter.
Se ha utilizado para combatir incendios en los EE.UU. desde 1963 y es el principal retardante de fuego a largo plazo utilizado por el Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California. También es el retardante de fuego más utilizado en el mundo, según un informe de 2022 de Associated Press.
La fórmula exacta de Phos-Chek no es de conocimiento público, pero la empresa ha dicho en presentaciones anteriores que el producto es 80% agua, 14% sales de tipo fertilizante y 6% agentes colorantes e inhibidores de corrosión.
En cuanto a su color, la empresa dijo que es “una ayuda visual para pilotos y bomberos por igual”. Después de unos días de exposición a la luz solar, el color se desvanece a tonos tierra, dijo.
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El retardante generalmente se rocía alrededor de un incendio forestal en la vegetación y la tierra que es propensa a incendios para evitar que las llamas se propaguen a esa zona.
Según el Servicio Forestal de EE.UU., los retardantes “ralentizan la velocidad de propagación enfriando y recubriendo los combustibles, agotando el oxígeno del fuego y ralentizando la velocidad de combustión de los materiales a medida que las sales inorgánicas del retardante cambian la forma en que se queman los combustibles”.
Su uso ha sido controvertido en el pasado por sus posibles efectos sobre el medio ambiente.
Una demanda presentada en 2022 por los Empleados del Servicio Forestal por la Ética Ambiental, una organización formada por empleados presentes y pasados del Servicio Forestal de Estados Unidos, acusó a la agencia federal de violar las leyes de agua limpia del país al arrojar retardantes de fuego químicos desde aviones sobre los bosques.
Argumentó que el químico mata a los peces y no es efectivo.
Al año siguiente, una jueza de distrito de Estados Unidos estuvo de acuerdo con los empleados, pero en su fallo permitió que el Servicio Forestal continuara usando el retardante mientras busca un permiso de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés).
El caso atrajo la atención de las comunidades devastadas por incendios forestales en el pasado, incluida la ciudad de Paradise, California, que fue destruida por un incendio en 2018.
Su entonces alcalde, Greg Bolin, elogió la decisión del juez y dijo que garantiza que las comunidades “tengan una oportunidad de luchar” frente a los incendios.
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El Servicio Forestal le dijo a la cadena de radio NPR que este año eliminó gradualmente el uso de un tipo de fórmula Phos-Chek, Phos-Chek LC95, a favor de otro, MVP-Fx, diciendo que este último es menos tóxico para la vida silvestre.
El Servicio Forestal también tiene una prohibición obligatoria de arrojar retardantes de fuego en áreas ambientales sensibles, como vías fluviales y hábitats de especies en peligro de extinción.
Sin embargo, existen excepciones a la prohibición en los casos “en los que la vida humana o la seguridad pública estén amenazadas”.
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