
El gobierno federal presentó el Plan de Justicia Cananea enfocado en resolver la huelga de más de 18 años de los trabajadores de la mina de Cananea, en Sonora y, en segundo término, para enfrentar la contaminación provocada por un derrame tóxico de Grupo México, que desde hace más de 11 años afecta a las comunidades de la Cuenca del Río Sonora.
Se trata de la huelga emprendida por trabajadores de la sección 65 del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana.
En cuanto a la atención que se dará a la Cuenca de Río Sonora, el plan de acción que presentó el gobierno contiene proyectos de medio ambiente, salud y agua para los habitantes que resultaron afectados por el derrame tóxico que provocó la empresa Grupo México.
La inversión total de los recursos que se usarán para desarrollar el Plan Integral de Justicia Ambiental y Justicia Social, que nace de esta iniciativa para atender a las personas aún damnificadas por la contaminación tóxica en la Cuenca Río Sonora, será de 2 mil 222 millones 622 mil 432 pesos.

Alicia Bárcena Ibarra, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), mencionó que este plan de acción da cumplimiento de un compromiso de justicia ambiental en Cananea, para resarcir los daños ocasionados por la contaminación en el Río Sonora.
“Por eso, estamos aquí para cumplir con las demandas largamente planteadas por las comunidades de la Cuenca del río Sonora, y estamos listos para llevar adelante de manera participativa, transparente, los proyectos de salud, agua y medio ambiente, particularmente de la remediación en el río Sonora”, señaló durante la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), expuso que desde febrero de 2025, la actual administración inició el diagnóstico para retomar la demanda de las comunidades y fortalecer las acciones de restauración y saneamiento del agua y mejoras en los servicios de salud en las zonas del Río Sonora.
Además, de trabajar junto con el gobierno del estado de Sonora, la Semarnat, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y del IMSS Bienestar.
También lee: “Buscamos que la empresa se comprometa con acciones”, dice Sheinbaum a 11 años del derrame tóxico de Grupo México

“Se atiende así, de manera eficaz la relación con las comunidades y se realizará en breve la labor especializada correspondiente”, añadió la secretaria.
Sin embargo, en el XI Seminario de Organizaciones de la Sociedad Civil sobre Derechos Humanos Unión Europea-México, que se celebró el 16 de diciembre con autoridades de derechos humanos, los Comités de Cuenca Río Sonora denunciaron la falta de acción de Grupo México y del gobierno tras el derrame tóxico de 2014, que afectó ocho municipios, cobró la vida de tres defensores del territorio y provocó un aumento de casos de cáncer.
Con el Plan de Justicia para Cananea nace el Plan integral de Justicia Ambiental y Justicia Social que contará con un total de recursos de 2 mil 222 millones 622 mil 432 pesos.
De ese total, la empresa minera Grupo México aportará mil 500 millones de pesos; mientras que el gobierno federal dará 483 millones 622 mil 432 pesos y el gobierno de Sonora podrá 180 millones de pesos.
También se incluye el depósito que Grupo México entregó ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje en 2018 y 2019 por 59 millones de pesos.
La titular de la Segob anunció que, de esta manera, se logró un fondo de recursos del 70% por parte de la empresa Grupo México, del 22% del gobierno de México y del 8% del estado de Sonora para desarrollar este Plan integral de Justicia Ambiental y Justicia Social para atender a las comunidades de la cuenca Río Sonora.

Los tres ejes de “justicia” que mencionó la Segob en atención de las comunidades afectadas de la Cuenca Río Sonora contemplan nuevas obras, así como mantenimiento y transformación a infraestructura existente.
1. Justicia Ambiental
Rosa Icela comentó que se establecerán proyectos enfocados en la restauración en el Río Sonora con estudios para determinar la dimensión de los daños en suelos y sedimentos, además de implementar el saneamiento del suelo contaminado.
2. Agua y Saneamiento
La Segob señaló que se fortalecerá el monitoreo de la calidad del agua del Río Sonora. Para lograrlo se contará con un centro de visualización de la calidad del agua en tiempo real y se contará con nuevo equipamiento, mantenimiento y personal certificado para el Laboratorio Regional de Calidad del Agua del Noreste.
Además, se construirán 16 nuevas plantas potabilizadoras, 16 sistemas de desinfección y habrá adecuaciones para las cuatro potabilizadoras en operación.
3. Salud y atención especializada
La titular de la Segob mencionó que, en materia de salud, el IMSS Bienestar mejorará la infraestructura y equipamiento del actual hospital comunitario en el municipio de Ures, Sonora.
El nosocomio será transformado en Hospital Regional con 60 camas, 21 consultorios en especialidad y un área de atención intensiva para atender casos sin necesidad de traslados.
También tendrá un centro para la salud renal con servicios de nefrología, seis sillones de hemodiálisis, un laboratorio especializado en metales pesados y toxicología.
Asimismo, el hospital actual será transformado en un albergue para familiares de pacientes hospitalizados.
Finalmente, Alicia Bárcena Ibarra, titular de la Semarnat, destacó cómo trabajará la secretaría, en materia ambiental, para la remediación de suelos en la Cuenca Río Sonora.
Primero, se realizará un diagnóstico de toda la ribera del río para identificar cuáles son los sitios contaminados y remediar los suelos, a partir de mecanismos con evidencia técnica y científica.
“Se disponen de los sedimentos en celdas que se confinan y, finalmente, se hace un monitoreo y la restauración ambiental de toda la zona. Esto entonces va a llevar a cabo una inversión de mil 500 millones de pesos”, señaló.
El pasado 23 de diciembre, el gobierno federal presentó en Hermosillo, Sonora, las propuestas de acciones para la remediación en el Río Sonora, que hoy son parte del Plan Integral de Justicia Ambiental y Justicia Social que presentó el Gabinete de Seguridad y Medio Ambiente de la presidenta Claudia Sheinbaum.
En la presentación participaron la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de trabajo y Previsión Social (STPS); la Comisión Nacional del Agua (Conagua), IMSS-Bienestar y el Gobierno del Estado de Sonora.
También lee: Plan de Justicia para Cananea es un “acto de reconciliación” para comunidades del Río Sonora: Durazo
Aunque las autoridades anunciaron un nuevo convenio con Grupo México, integrantes de los Comités de Cuenca Río Sonora y la organización Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER) denunciaron que este no se ha transparentado, ni se ha definido un mecanismo de participación efectiva para las comunidades en el marco del acuerdo.
Respecto al fideicomiso, las comunidades exigen que se aclare qué pasará con el Fideicomiso Río Sonora, y que se garantice nuestra participación efectiva.
Pese a que se anunciaron principalmente obras y acciones comprometidas en años anteriores como el hospital en Ures con vigilancia epidemiológica y plantas potabilizadoras, hasta ahora no se ha hablado de la calendarización pública ni plazos verificables.
Mientras tanto, señalaron los Comités de Cuenca Río Sonora y PODER, “urge la atención inmediata a la salud, porque en estos 11 años hemos perdido compañeras y compañeros de lucha por la falta de atención”.
Enfatizaron que la atención a la salud de todas las personas afectadas por el derrame “debe ser una prioridad inmediata, no una promesa futura”.
“Durante estos 11 años hemos perdido a compañeras y compañeros de lucha, personas que padecieron enfermedades directamente relacionadas con la contaminación y que no recibieron atención médica adecuada ni seguimiento epidemiológico oportuno”, subrayaron en un comunicado.

BBC Mundo viajó a Guatemala para visitar la escuela que transforma el futuro de cientos de niñas de pueblos mayas en situación de pobreza con una educación de alto rendimiento, liderazgo y acompañamiento familiar.
Cincuenta niñas de pueblos mayas ingresan cada año a una escuela que cambia no solo su futuro, sino también el de sus familias y el de una de las comunidades más desfavorecidas de Guatemala.
Para conocer su historia. BBC Mundo viajó a Sololá, un departamento bañado por el lago Atitlán con vistas privilegiadas al imponente volcán San Pedro.
Pese al frecuente flujo de visitantes en uno de los principales enclaves turísticos del país, la pobreza predomina en la provincia, donde el 96% de la población pertenece a comunidades mayas y el 75% vive con menos de US$2 al día.
En una de las carreteras que suben hacia las montañas desde el municipio cabecera de Sololá llegamos al Colegio Impacto MAIA, un oasis educativo en este entorno rural marcado por la falta de desarrollo y oportunidades.
En sus instalaciones, que incluyen un edificio de tres plantas con aulas, comedor, biblioteca y espacios deportivos, más de 300 alumnas de 40 comunidades indígenas reciben una educación de alto rendimiento que combina el currículo oficial con programas de liderazgo, acompañamiento familiar y formación socioemocional.
Cada estudiante permanece siete años en MAIA con la meta de alcanzar al menos 15 años de escolaridad y acceder a la universidad o a un empleo formal.
Los resultados son contundentes: en las pruebas nacionales de matemáticas, las alumnas alcanzan un 86% frente al 13% del promedio nacional, y el 60% ya estudia en la universidad.
Todo ello en el país con los peores datos educativos de América Latina: Guatemala invierte US$841 por estudiante cada año, la cifra más baja entre 56 naciones analizadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Solo un 35% de los jóvenes guatemaltecos finaliza secundaria y el ratio baja al 14,7% en el caso de las mujeres indígenas, de las que solo un 1,5% logra completar estudios universitarios.
Más de la mitad de niñas indígenas guatemaltecas son madres antes de los 20 años, según datos de Unicef, y en áreas rurales como Sololá es frecuente que se casen y queden embarazadas a los 15 o 16.
MAIA trata de brindar un espacio para cambiar estas estadísticas y que las jóvenes no dejen los estudios a edades tempranas.
Es el caso de Yazmín, de 14 años, que cursa segundo grado en MAIA, donde llegó procedente de la escuela pública de su comunidad en Sololá donde “lo que enseñaban no era mucho”, y además “había estudiantes preferidos, que eran varones”.
“Ya tienes 15, estás lista para casarte” es un consejo habitual que los adultos transmiten a las jóvenes en su comunidad, afirma Yazmín.
Cuando la joven ingresó en MAIA un curso atrás estaba muy rezagada, con bajos niveles en comprensión lectora y ciencias, pero asegura haber avanzado mucho desde entonces.
No es un caso aislado: según explican las educadoras del colegio, la mayoría de alumnas ingresa a los 11, 12 o 13 años con un nivel equivalente al de tercero o cuarto de primaria, pese a que ya deberían estar en secundaria.
Para cerrar esa brecha, MAIA aplica un programa intensivo de nivelación y acompañamiento que, en cuestión de meses, permite a las jóvenes recuperar el terreno perdido y adaptarse a un estándar académico más alto.
La escuela también aplica dinámicas grupales y juegos didácticos para potenciar las habilidades sociales de las alumnas.
“Antes era una chica muy apagada, sin relacionarme con los demás. Ahora soy muy sociable, tanto con mis compañeras como con los profesores”, nos explica Yazmín.
Esa misma tarde acudimos con ella a una actividad extraescolar un tanto peculiar: Ana Yaxón, mentora de MAIA, visita su domicilio para una sesión de acompañamiento.
Para llegar hasta donde vive la joven con sus padres y sus dos hermanos caminamos ladera arriba durante 10 minutos por estrechas e intrincadas veredas de tierra entre plantaciones de maíz.
En su casa nos reciben Carlos, ayudante de albañil, y María, ama de casa, a quienes acompañamos en la sesión con su hija Yazmín y la mentora, Ana.
En una mezcla de español con su idioma ancestral, el kaqchikel, los cuatro participan en un juego de mesa que representa la vida de una joven guatemalteca: la casilla de completar estudios de secundaria permite lanzar de nuevo el dado; la de quedarse embarazada a los 15 devuelve la ficha casi al inicio.
Al finalizar, reflexionan sobre el resultado y debaten las enseñanzas que les ha brindado el tablero.
Los padres de Yazmín se casaron jóvenes -“yo estaba por cumplir 16”, dice María; “yo tenía 18”, añade Carlos- pero, a diferencia de otros vecinos en la comunidad, ellos visualizan un destino diferente para su hija.
“Queremos que nuestra hija se gradúe y que sea una profesional, que ella construya su propio futuro, que cumpla lo que yo no cumplí. No le voy a decir ‘no te cases’, pero lo primero es el estudio”, nos comenta su madre.
La familia reconoce que la economía siempre ha sido un obstáculo a la hora de recibir educación, e incluso a veces les ha faltado comida o dinero para el autobús que cada mañana lleva a Yazmín a la escuela.
Por eso, con el asesoramiento de MAIA, instalaron pequeños hábitos financieros: “Tenemos alcancías en la casa para guardar cada quetzal que nos sobra, y mi mamá abrió una cuenta para un ahorro familiar”.
Yazmín tiene claros sus dos objetivos: a medio plazo quiere ganar una beca para estudiar en el extranjero -aún no ha decidido qué carrera- y, como meta final, anhela “construir una nueva casa para que estemos cómodos y bien protegidos”.
Le preguntamos si ve posible prosperar sin salir de Guatemala.
“Es casi imposible, porque aquí hay pocas oportunidades y mucha corrupción”, responde.
Guatemala padece elevados niveles de corrupción -ocupa el puesto 146 de 180 países en el ranking de Transparencia Internacional-, un problema que según expertos distorsiona no solo la economía del país, sino también sus perspectivas de desarrollo y justicia social.
MAIA nació en 2017 como el primer colegio en Centroamérica dedicado a ofrecer una educación de élite a jóvenes mujeres indígenas de áreas rurales deprimidas.
La organización, sin embargo, comenzó a gestarse mucho antes, tras la experiencia de un programa de microcréditos para mujeres.
“Las mujeres, cuando tenían acceso a microcrédito, invertían sus ganancias en la familia, en la educación de los niños, en la vivienda, en la salud… Y se preguntaron: ¿hasta dónde llegaría una mujer indígena con este talento si hubiera ido a la escuela? Entonces, nace MAIA”, resume Andrea Coché, su directora ejecutiva.
El Colegio Impacto MAIA abrió sus puertas en 2017 y este año superó las 400 alumnas procedentes de 40 comunidades indígenas.
Cada año ingresan unas 50 nuevas estudiantes, que permanecen siete años para alcanzar al menos 15 de escolarización.
El colegio selecciona cada año a niñas indígenas de entre 11 y 13 años que vivan cerca de Sololá, con buen rendimiento escolar, motivación personal y apoyo familiar.
Tras un proceso de casi un año que incluye solicitudes, evaluaciones académicas, entrevistas y estudios socioeconómicos, las admitidas reciben una beca completa y sus familias se comprometen a participar activamente en sesiones y asumir parte de los costos de transporte.
Sostener este modelo tiene un costo elevado: “en cada niña invertimos US$4.000 anuales. Incluye todo: el programa académico, el acompañamiento familiar, el programa de liderazgo, más la nutrición y la salud preventiva”, detalla Coché.
Esta cantidad, que contrasta con el dato ya mencionado de US$841 anuales que el Estado guatemalteco invierte por alumno, no incorpora fondos públicos.
“Vivimos de donaciones individuales y de grandes fundaciones cuando salen proyectos. Siempre estamos en búsqueda constante de recursos”, afirma la directora.
En su breve historia, MAIA ha ganado prestigio internacional: en 2023 fue incluido en el Top 10 de los mejores colegios del mundo (World’s Best School Prizes) y ha recibido otros reconocimientos, como el premio Zayed de Sostenibilidad de Emiratos Árabes.
Sus estudiantes han representado a Guatemala en foros internacionales, desde Japón hasta Nueva York, y el propio Ministerio de Educación ha comenzado a interesarse en replicar algunas de sus estrategias.
“De hecho, este año estamos en un programa donde compartimos con ellos las mejores prácticas que son viables en un sistema público”, añade Coché.
Unas 150 alumnas ya se han graduado del colegio, mientras el equipo de la organización -formado en su mayoría por mujeres de pueblos indígenas- ha crecido y se ha profesionalizado hasta contar con 15 mentoras y un cuerpo docente local que recibe más de 50 horas de capacitación profesional cada año.
“Empoderamos a mujeres jóvenes indígenas a través de la educación para transformar su historia, su comunidad y su país. De ahí nuestro lema: ‘Una mujer empoderada es un impacto infinito'”, sentencia la directora.
A diferencia de Yazmín, que lleva menos de dos años en MAIA, Dulce es toda una veterana a punto de completar su sexto curso en la institución.
Conversamos con esta joven de 17 años, cuya elocuencia denota un alto nivel de preparación académica.
Explica con nostalgia que en unos meses se graduará y dejará atrás MAIA: “Ha sido más que un colegio. Es más como mi segunda casa. Por mí, me quedaría a vivir aquí”, afirma.
Siendo la hija mayor de tres hermanos, su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre -que se fue a Ciudad de Guatemala- y los precarios trabajos de su madre en casas ajenas.
“Fue un poco duro, porque mi mamá tenía que trabajar de casa en casa y a mí me tocaba también. Cuando ingresé a la escuela lo consideré mi salvación, porque no me gusta trabajar fuera”, recuerda.
A Dulce siempre le apasionó estudiar: en primaria fue abanderada, distinción otorgada a los mejores promedios académicos, y princesa maya, un reconocimiento escolar ligado a la representación cultural de su comunidad, además de figurar en el cuadro de honor de su escuela pública.
Sin embargo, sus recuerdos de aquella etapa están marcados por una enseñanza casi robótica: “Siempre era como un ‘copia y pega’, copia lo que tú tienes en el libro, te dictamos lo que tú tienes en el libro y pega, y frustraba un poco”.
La diferencia con lo que encontró al ingresar en MAIA fue abismal.
“Creo que se expandió mi cerebro. Mi forma de pensar se volvió mucho más crítica. Antes no era así; sinceramente, no me importaba mucho. Ahora pienso más, analizo mejor”, resume.
Para Sofía Cuc, educadora del área numérica del colegio, esa evolución responde a una metodología distinta.
“Aquí no decimos ‘Vamos a ver esto, háganlo’. Usamos la exploración, juegos, experimentos, problemas… Las jóvenes van descubriendo el nuevo conocimiento, van asentando todos los procesos y al final les confirmamos: ‘Sí, se hace de esta manera'”, nos explica.
El nivel académico con el que llegan muchas estudiantes es bajo: “muchas ingresan sin poder sumar, dividir o restar. Nosotros esperamos que lleguen a dominar trigonometría y combinatoria, y puedan aplicar todo ese aprendizaje en su vida cotidiana, en la toma de decisiones”, señala.
Dulce confirma que la exigencia en MAIA va más allá de repetir lo escrito en un libro: “Cuando me enfrento a un examen aquí es totalmente diferente que en mi escuela anterior. Es más de análisis. En matemáticas no es solo practicar, es pensar”, relata.
Experimentó el mismo contraste en la sexualidad, un gran tabú en Guatemala, donde predominan las doctrinas conservadoras de las iglesias evangélicas, implantadas con especial fuerza en las zonas rurales e indígenas con bajo nivel educativo y socioeconómico.
“En mi escuela de primaria sacaban de la clase a los niños para enseñar el aparato reproductor femenino y viceversa. Aquí nos enseñan todo sin tabús y nos dicen que vayamos a nuestras casas, a nuestras comunidades, y les mostremos que todos tenemos los mismos derechos”, indica.
Tras graduarse, su propósito es comenzar la carrera de contabilidad “para ser auditora y hacer todo justo y legal, ya que no me gusta la corrupción ni la idea de que el dinero puede comprar todo”, afirma.
Al igual que Yazmín, Dulce quiere expandir sus horizontes fuera de Guatemala.
“Escuché hace un año de la beca She Can (un programa para mujeres guatemaltecas que desean cursar estudios de licenciatura en una universidad de Estados Unidos) y me enamoré”, expresa.
“Dan una oportunidad a las mujeres indígenas como yo. Tengo un potencial y necesito expandirlo; no lo voy a dejar aquí”, concluye.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.