
El piloto británico Lando Norris (McLaren) se proclamó campeón del mundo de Fórmula 1 por primera vez en su carrera, tras acabar tercero en el Gran Premio de Abu Dabi, este domingo, donde ganó el neerlandés Max Verstappen.
El piloto de Red Bull necesitaba ganar en Abu Dabi y que Norris no acabase en el podio, pero el piloto británico de 26 años controló la carrera para acabar tercero, por detrás de su compañero australiano Oscar Piastri, cuyas opciones de ganar el Mundial desaparecieron por el rendimiento de Verstappen.
“Me siento fenomenal. Ahora sé un poco lo que sentía Max. Quiero felicitar a los dos, a Max y Oscar por esta larga temporada. Lo he disfrutado”, declaró Norris antes de subir al podio.
“Ha sido un largo viaje con McLaren, casi nueve años, por lo que me siento muy orgulloso de poder devolverles algo”, añadió.
Pese a no llevarse el Mundial, el tetracampeón del mundo ha protagonizado una magnífica temporada, siendo el único piloto en poder rivalizar con los McLaren y pese a estar a 104 puntos del liderato tras las primeras 15 carreras, ha acabado el Mundial a solo dos unidades de Norris (423 a 421).
Piastri finaliza el campeonato en tercera posición, con 410 puntos.
La salida fue limpia y los tres aspirantes a la corona mantuvieron las posiciones de la parrilla, con Vertappen primero, seguido por Norris y Piastri, que optó por una estrategia diferente a sus rivales al salir con neumáticos duros.
Solo George Russell (Mercedes), que partía cuarto y se vio superado por Charles Leclerc (Ferrari) y Fernando Alonso (Aston Martin).
Antes de acabar el primer giro, Norris sucumbió a la presión de su compañero Piastri y se vio relegado a la tercera posición, suficiente para ser campeón, pero sin colchón de seguridad, ya que de acabar fuera del podio y con Verstappen ganando la carrera, el título era para el neerlandés.
El interés antes de la primera parada en boxes se centró en esa lucha por la tercera posición entre Norris y Leclerc, con el británico defendiendo no solo el podio en Abu Dabi, sino la corona mundial.
El primero de los tres aspirantes que paró en boxes fue Norris (en la vuelta 17 de 58), que al regresar a la pista lo hizo en novena posición, por lo que tuvo que adelantar a varios pilotos para regresar a una plaza que le permitiese ganar el campeonato, evitando cualquier accidente que arruinase su objetivo.
Especialmente delicado fue el adelantamiento al japonés Yuki Tsunoda, compañero de Verstappen en Red Bull. “Dejadme, ya sé lo que tengo que hacer”, declaró por radio el nipón cuando desde el garaje le pidieron aguantar la posición.
En la vuelta 23, Norris adelantó a Tsunoda, que lo arrinconó contra el muro, obligando al británico a rodar fuera de la pista para volver a colocarse tercero.
Los comisarios abrieron una doble investigación por esa acción, a Tsunoda por su defensa y a Norris por salirse del trazado, pero solo fue sancionado el asiático por su zigzagueo.
En esa misma vuelta, Verstappen paró y cedió la primera plaza a Piastri.
En el ecuador de la carrera, Piastri era líder (sin parar), seguido de Verstappen y Norris a menos de 20 segundos, insuficiente para mantener la primera plaza porque el neerlandés iba mucho más rápido y le adelantó en la vuelta 41.
El australiano, con el neumático muy desgastado, entró al fin en boxes y al menos pudo conservar la segunda plaza, gracias a que Norris hizo una segunda parada para afrontar la parte final de la carrera con las gomas blandas y cubrirse con respecto de Leclerc, cuarto.
Salvo accidente, la suerte del Mundial estaba echada y la carrera acabó con la victoria de Verstappen y el campeonato para Norris.
Leclerc, Russell, Alonso, Ocon, Hamilton, Stroll y Bearman completaron el Top 10, mientras que el brasileño Gabriel Bortoleto y el español Carlos Sainz acabaron 12º y 13º respectivamente, y el argentino Franco Colapinto, 20º y último.

Perú se ha convertido en pocos años en un gran exportador de productos agrícolas, pero se mantienen las dudas sobre cuánto podrá mantener su modelo.
Las vastas llanuras desérticas de la región de Ica, Perú, se han llenado en las últimas décadas de extensos cultivos de arándanos y otras frutas.
Hasta la década de 1990 resultaba difícil imaginar que esta zona del desierto costero peruano, donde a primera vista se ve poco más que polvo y mar, pudiera convertirse en un gran centro de producción agrícola.
Pero eso es lo que ha ocurrido no solo aquí, sino en la mayoría del litoral desértico peruano, donde han proliferado grandes plantaciones de frutas no tradicionales aquí, como los espárragos, los mangos, los arándanos o los aguacates (o paltas, como les llaman en Perú).
La enorme franja que atraviesa el país en paralelo a las olas del Pacífico y las elevaciones andinas se ha convertido en un inmenso huerto y en el epicentro de una pujante industria agroexportadora.
Según las cifras del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú, las exportaciones agrícolas peruanas crecieron entre 2010 y 2024 un promedio anual del 11%, alcanzando en 2024 la cifra récord de US$9.185 millones.
Perú se ha convertido en estos años en el mayor exportador mundial de uvas de mesa y de arándanos, una fruta que apenas se producía en el país antes de 2008, y su capacidad para producir a gran escala en las estaciones en las que es más difícil hacerlo en el Hemisferio Norte lo han llevado a erigirse en una de las grandes potencias agroexportadoras y proveedora principal de Estados Unidos, Europa, China y otros lugares
Pero, ¿qué consecuencias tiene esto? ¿Quién se beneficia? ¿Es sostenible el boom agroexportador peruano?
El proceso que llevaría al desarrollo de la industria agroexportadora peruana comenzó en la década de 1990, cuando el gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori impulsaba profundas reformas liberalizadoras para reactivar a un país golpeado por años de crisis económica e hiperinflación.
“Las bases se sentaron al reducir las barreras arancelarias, promover la inversión extranjera en Perú y reducir los costos administrativos para las empresas; se buscaba impulsar a los sectores que tuvieran potencial exportador”, le dijo a BBC Mundo César Huaroto, economista de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.
“Al principio, la atención se centró en el sector minero, pero a finales de siglo ya aparece una élite empresarial que ve el potencial del rubro agroexportador”.
Pero no bastaba con leyes más propicias ni con la intención.
La agricultura a gran escala en Perú se había enfrentado tradicionalmente a obstáculos como la escasa fertilidad de los suelos de la selva amazónica y la accidentada orografía de la sierra andina.
Ana Sabogal, experta en ecología vegetal y cambios antrópicos en los ecosistemas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, explicó a BBC Mundo que “la inversión privada de grandes agricultores, menos reacios al riesgo que los pequeños, facilitó innovaciones técnicas como el riego por goteo y el desarrollo de proyectos de riego”.
La solución del problema de la escasez de agua en el desierto permitió empezar a cultivar en una zona donde tradicionalmente no se había contemplado la agricultura y empezar a explotar sus particulares condiciones climáticas, que lo convierten en lo que los expertos describen como un “invernadero natural”.
“La zona no tenía agua, pero con agua se convertía en una tierra muy fértil”, indica Huaroto.
Todo eso, sumado a innovaciones genéticas, como la que permitió el cultivo local del arándano, posibilitó que Perú incorporara grandes extensiones de su desierto costero a su superficie cultivable, que se amplió en alrededor de un 30%, según la estimación de Sabogal.
“Fue un aumento sorprendente y enorme de la agroindustria”, resume la experta.
Hoy, regiones como Ica o la norteña Piura se han convertido en grandes centros de producción agrícola y la agroexportación en uno de los motores de la economía peruana.
Según la Asociación de Exportadores ADEX, las exportaciones agrícolas representaron en 2024 un 4,6% del Producto Interno Bruto (PIB) peruano, cuando en 2020 no era más que un 1,3%.
El impacto económico y ambiental ha sido notable y ambivalente.
Sus defensores subrayan que ha traído beneficios económicos, pero los críticos apuntan a sus costes medioambientales, como su elevado consumo de agua en zonas donde escasea y la población no tiene garantizado el suministro.
El economista César Huaroto dirigió un estudio para evaluar el boom agroexportador en la costa de Perú.
“Una de las cosas que encontramos es que la industria agroexportadora había actuado como dinamizador de la economía local, ya que incrementó el nivel de empleo de calidad en amplias zonas donde dominaba la informalidad, y se registró un incremento de los ingresos promedios de los trabajadores”, dijo.
Aunque esto no beneficia a todo el mundo por igual.
“A los pequeños agricultores independientes les cuesta más encontrar trabajadores porque los salarios son más altos y también tienen más dificultades en el acceso al agua que necesitan sus campos”.
Efectivamente, la agroexportación parece estar arrinconando las formas tradicionales de trabajar el campo y cambiando la estructura social y de la propiedad en amplias zonas de Perú.
“Muchos pequeños propietarios ven que sus campos ya no son rentables por lo que están vendiendo sus campos a grandes compañías”, indica Huaroto.
Sin embargo, según el mismo economista, “incluso muchos pequeños agricultores se mostraban satisfechos porque la agroindustria les había dado trabajo a miembros de su familia”.
En los últimos años se cuestionan cada vez más los beneficios para el país del negocio agroexportador.
Pero la principal fuente de crítica es el agua.
“En un contexto de escasez hídrica, en que una parte importante de la población de Perú no tiene agua en su casa, el debate en torno a la industria agroexportadora se ha vuelto muy vivo”, señala Huaroto.
La activista local Charo Huaynca le dijo a BBC Mundo que “en Ica se está dando una disputa por el agua porque no hay para todos”.
En esta árida región la cuestión del agua es polémica hace tiempo.
Mientras muchos asentamientos humanos deben arreglárselas con la que llega en camiones cisternas y almacenarla para satisfacer sus necesidades, grandes áreas de cultivos destinados a la agroexportación tienen garantizada la que necesitan a través de pozos en sus fundos y acceso prioritario al agua de riego que se trasvasa desde la vecina región de Huancavelica.
“Se supone que está prohibido excavar pozos nuevos, pero cuando los funcionarios de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) llegan a inspeccionar las grandes explotaciones les niegan el acceso alegando que se trata de propiedad privada”, denuncia Huanca.
BBC Mundo solicitó sin éxito comentarios a la ANA y al Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú.
Huanca ve indicios de que el acuífero subterráneo que abastece gran parte del agua de Ica se está agotando.
“Antes bastaba con cavar cinco metros, pero ahora hay que llegar hasta 10 ó 15 metros de profundidad para que aparezca el agua”.
En Ica apenas llueve, por lo que gran parte del agua se obtiene bajo tierra.
“Los pequeños agricultores se quejan de que a ellos se les exige pagar grandes cantidades por el agua, mientras que las grandes explotaciones cuentan con reservorios y grandes piscinas que llenan y cuya agua luego optimizan con sistemas de riego tecnificado”, indica Huanca.
En esta región se cultivan las uvas con las que se produce el famoso pisco, el aguardiente cuya fama se ha convertido en fuente de orgullo nacional para los peruanos, pero incluso eso es ahora cuestionado.
“Hay quien critica que la uva es básicamente agua con azúcar y, si exportas la uva y sus derivados, estás exportando agua”, señala Sabogal.
En Ica, el reto es hacer sostenible el próspero negocio agroexportador con el medio ambiente y las necesidades de la población.
“Cada vez que hay elecciones se habla de este tema, pero nunca llegan las soluciones. Se debe resolver cómo se va a hacer la economía de Ica sostenible a largo plazo, porque si no hay agua la economía se va a caer”, pide Huanca.
El desafío, en realidad, lo es para todo el Perú agroexportador.
“La situación actual no es sostenible a largo plazo. Está muy bien que haya industria agroexportadora porque genera ingresos y divisas, pero siempre y cuando se destine la cantidad de agua requerida para la población y los ecosistemas”, zanja Sabogal.
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