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¿Cuáles son los riesgos de cliquear en “Aceptar cookies” y cómo rechazarlas?
¿Cuáles son los riesgos de cliquear en “Aceptar cookies” y cómo rechazarlas?
Fuente: Adobe Stock
7 minutos de lectura

¿Cuáles son los riesgos de cliquear en “Aceptar cookies” y cómo rechazarlas?

Lo que parece un simple clic puede abrir la puerta a rastreo intenso, perfiles detallados y filtraciones de datos que terminan en manos de cibercriminales.
02 de diciembre, 2025
Por: Daniel Medrano
@ 

Al ingresar en un sitio web para consultar información, realizar alguna compra en línea o ver una serie en una aplicación de streaming es común encontrarse con anuncios que solicitan al usuario aceptar las cookies por motivos de personalización. Pero ¿qué implica cliquear en “Aceptar” y cuáles son los riesgos que este clic puede tener? 

Las cookies son pequeños archivos que fueron creados por sitios web que se guardan en la computadora de cada usuarios de internet.Su función es almacenar datos sobre la actividad de navegación de los cibernautas que ayudan a la plataforma digital a recordar información, como credenciales de inicio de sesión, preferencias y otros datos, de acuerdo con el ingeniero en sistemas Carlos Arcilla. 

Aunque las cookies que llegan a utilizar tienen, la mayoría de las veces, el objetivo de brindarle al usuarios una experiencia personalizada mientras navega por el sitio web, existen diferentes tipos y cada una opera de manera diferente o puede tener riesgos distintos al dar clic en aceptar. 

Las cookies riesgosas

El especialista Víctor Cárcamo destaca que las cookies riesgosas más comunes son las de terceros, la cuales son creadas por empresas externas al sitio que se visita, ya que estas pueden compartir datos sin que el internauta lo note o se le notifique al respecto.

“Es difícil que un usuario se dé cuenta de que aceptar algunos tipos de cookies puede poner en riesgo su información personal porque en el aviso [de privacidad] no necesariamente se detalla qué implica dar en aceptar, no hay transparencia. Pero eso ocurre principalmente con sitios web que no tienen regulación o que tienen ese fin, por lo que lo más importante es poner atención a qué plataformas se accede”, asegura el ingeniero en sistemas computacionales.

Sitios que tienen cookies conocidas como de publicidad comportamental están diseñadas para recopilar información sobre los hábitos y gustos del usuario. Entre sus principales riesgos está el seguimiento persistente incluso durante meses o años, perfilado psicológico como intereses e ideología inferida, así como posible manipulación publicitaria o hasta política. 

Las cookies que pueden traer mayores riesgos, de acuerdo con el ingeniero, son las que están mal configuradas o que no tienen cifrado, pues son inseguras y se corre el riesgo de que el usuario sea víctima de robo de sesión, exposición de la cookie en redes wifi públicas o acceso no autorizado a la cuenta. 

El cifrado en las cookies impide que ciberdelincuentes intercepten y lean datos como información de inicio de sesión o datos de pago mientras las cookies se transmiten entre el navegador y el servidor. Al cifrar las cookies, se tiene una mayor garantía de la privacidad, seguridad de la información personal y financiera del internauta. 

El ingeniero en sistemas computacionales expresa que en este tipo de casos los ciberdelincuentes tienen la posibilidad de robar una cookie de sesión y hacerse pasar por el usuario en su propia cuenta, con lo que puede acceder a datos confidenciales.

“Es cuando un ciberdelincuente accede a la cuenta con el fin de obtener más información del usuario, como contactos o hasta datos bancarios, lo que puede llevar a acciones fraudulentas”, señala Víctor Cárcamo.

¿Cómo bloquear las cookies?

Aunque para la mayoría de los sitios web es necesario aceptar las cookies, por seguridad también es posible bloquearlas. De acuerdo con Google, es posible bloquearlas para evitar vulneraciones de seguridad.

Para poder bloquearlas es necesario acceder a la configuración del navegador que se esté utilizando y presionar la opción de “configuración de sitios” y, posteriormente, en “cookies de terceros”, hasta llegar al botón que anuncia “bloquear cookies de terceros”.

Es importante mencionar que en el caso de aplicar la opción anterior, se bloquearán todas las cookies de otros sitios, con excepción de aquellos que se encuentren seleccionados en la lista de permitidos.

Otra manera de evitar las cookies es ingresando al navegador por medio del modo incógnito, función que permite navegar sin que exista un historial, cookies y datos de los sitios web.

Los diferentes tipos de cookies

Cada uno de los tipos de cookies tiene una finalidad diferente o se centra en información específica. De acuerdo con Carlos Arcilla, existen cookies que son denominadas como técnicas o necesarias, que son aquellas que se deben aceptar para acceder a todo el contenido de la página, ya que de lo contrario la funcionalidad del sitio podría ser limitada.

“Las cookies más comunes ―y que normalmente son los propios usuarios quienes las habilitan y configuran― son las de personalización, que son cuando se ajusta o selecciona el idioma, región desde donde se accede o incluso hasta el tipo de letra o color de preferencia”, explica el ingeniero en sistemas. 

También existen las de análisis y estadísticas, las cuales recogen información sobre el uso que cada usuario le da al sitio web como páginas más visitadas o tiempo de permanencia.

Hay cookies enfocadas en publicidad y marketing que permiten mostrar anuncios basados en los intereses del usuario, así como las de redes sociales con funciones como compartir contenido o iniciar sesión en Facebook o Google. 

Víctor Cárcamo, ingeniero en sistemas computacionales con especialidad en ciberseguridad, añade que hay cookies que guardan información sensible o que tendría que ser privada e intransferible del usuario, como lo son cualquier tipo de datos personales. 

“El uso de las cookies es muy normal y no es como tal malo, lo que llega a ser peligroso es la información que se guarda. En pocas palabras no es la estrategia, sino el uso que le dan a esta”, detalla Víctor Cárcamo. 

¿Un click necesario?

Al ingresar en un sitio web y cuando aparece el botón de “Aceptar cookies”, el ingeniero Carlos Arcilla reconoce que el usuario no tiene muchas alternativas si es que quiere acceder a la plataforma de interés, ya que al no aceptarlas puede ocasionar un mal funcionamiento o limitado.

“Si no aceptas las cookies puede que no cambie mucho la experiencia, pero lo que es cierto es que si las rechazas algunas funciones del sitio web se desactivan o ya no funcionan de manera correcta o con normalidad, esto porque es una manera de obligar al usuario a aceptarlas con un fin económico y de personalización.

El ingeniero Víctor Cárcamo detalla que el botón de “aceptar cookies” suele ser llamativo por razones psicológicas, económicas y de diseño, se trata de una práctica conocida como “patrón oscuro”, utilizada para influir en la decisión de los usuarios y aumentar la aceptación de cookies no esenciales.

“Si nos damos cuenta, al entrar a un sitio web nos aparece el mensaje de que es necesario aceptar las cookies para navegar en este, pero siempre el botón de aceptar se presenta muy colorido y muy grande, con el fin de que le demos click sin pensar”, puntualiza el ingeniero en sistemas computacionales.

Uno de los principales motivos por el que los sitios buscan que los usuarios acepten las cookies es que la mayoría de las plataformas gana dinero mostrando anuncios personalizados y, para poder hacerlo, necesitan el consentimiento para usar cookies de seguimiento.

Los botones para clickear en aceptar son, la mayoría de veces, de colores como verde, azul o naranja. Según el especialista, esto tiene como fin captar el foco de los usuarios y generar la sensación de acción correcta o recomendada.

“Un botón grande, colorido y visible aumenta de manera significativa las probabilidades de que los usuarios pulsen aceptar sin pensarlo o ni siquiera sin leer lo que la pestaña de cookies dice”, señala.

Otro punto importante es que como la mayoría de las plataformas solicita el permiso de cookies, los internautas dan clic por cansancio o hartazgo de tener que leer lo que dice el anuncio, entonces se normaliza el presionar y aceptar de manera natural y sin pensarlo. 

Medidas de precaución para no caer en cookies riesgosas

Víctor Cárcamo comparte con El Sabueso que existen medidas y precauciones que los usuarios pueden emplear al momento de navegar por internet. Una de las más importantes es poner atención a qué sitio web se está accediendo, pues el mismo navegador de Google lanza una advertencia cuando la página tiene una reputación negativa entre internautas o que es considerada como riesgosa, con eso se puede considerar que puede ser peligroso el aceptar cualquier tipo de aviso que se presente.     

“Como es complicado que los usuarios perciban cosas muy técnicas para saber si se trata de una página con cookies inseguras, Google se dio a la tarea de detectarlas y clasificarlas como peligrosas, entonces a este tipo de sitios se recomienda no dar clic en ninguno de sus avisos o pestañas”, sentencia el especialista.  

Tener el sistema y el antivirus actualizado es otra de las medidas que se pueden tomar en cuenta, pues los scripts de sitio web, que son fragmentos de código que añaden interactividad y funcionalidad a las páginas web, pueden robar datos del navegador como la información personal, por lo que tener buena protección en el equipo puede bloquear este tipo de códigos maliciosos.

Es importante que el usuario tenga en sus cuentas configurada la doble autentificación porque añade una capa extra de seguridad que protege contra accesos no autorizados. Incluso en el caso de que un atacante obtenga la contraseña a través de una cookie, con la doble protección existe una mayor posibilidad de que se frustre el intento de vulnerar la privacidad de los internautas.

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Imagen BBC
Los átomos son casi inmortales… entonces, ¿por qué nosotros morimos?
9 minutos de lectura

Muchos han existido desde justo después del Big Bang. Si la vida en la Tierra está hecha de ellos, ¿seguirán existiendo para siempre?

22 de noviembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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Pareja abrazada mirando las estrellas en la noche.
Getty Images
“Hay millones de veces más átomos en tu cuerpo que el número estimado de estrellas en el universo conocido”.

Nada viene de la nada; nada puede convertirse en nada.

Esa idea se empezó a fraguar desde tiempos remotos. Ya en la cosmología del antiguo Medio Oriente y la griega temprana, por ejemplo, existía la noción de que el universo se había formado de material eterno.

Muchos siglos y pensamientos después aparecía la frase: “En la naturaleza, nada se crea, nada se pierde, todo se transforma”.

Parafrasea al padre de la Química moderna, Antoine Lavoisier, quien demostró en 1785 ese principio fundamental de la ciencia, conocido como la ley de conservación de la materia.

Las unidades básicas de esa materia eterna son los átomos… ¿quiere decir eso que son inmortales? Y de serlo, ¿por qué todo lo vivo —compuesto de ellos— muere?

Son preguntas inmensas sobre algo diminuto, así que para no perdernos, partamos por el principio, de la mano del físico Marco van Leeuwen, de Nikhef, el Laboratorio Nacional de Física de Partículas de los Países Bajos.

“Hasta donde sabemos, la mayor parte de la materia que conocemos proviene del Big Bang, cuando la densidad de energía era tan grande que no había materia”, dice.

“Todo era energía —continúa—, pero a medida que las cosas se expandieron y se enfriaron, se produjo materia”.

Toda esa materia está hecha de átomos, desde el agua que ves correr hasta las nubes en el cielo y las estrellas en el firmamento.

Ahora, cada átomo tiene dos partes principales.

“El núcleo, que contiene protones y neutrones, y una nube de electrones”.

Pero el número de protones, neutrones y electrones puede cambiar, “así que no necesariamente permanecen igual”.

Los protones pueden convertirse en neutrones y visceversa, lo cual es relevante, pues su delicado equilibrio es lo que le da a los diferentes átomos sus propiedades únicas.

Si el número de protones o neutrones cambia, el tipo de átomo cambia, y eso significa que se convierte en un elemento diferente.

“Un ejemplo es el potasio, que se encuentra en los plátanos. Si se descompone, se convierte en calcio, un elemento completamente diferente”.

Además, los átomos pueden desintegrarse al desprenderse de protones y neutrones a la vez, convirtiéndose en un átomo nuevo y más pequeño.

¿Significa eso que el átomo original desaparece? ¿Quiere decir que los átomos no son inmortales?

Dibujo de un átomo con apariencia de antiguo
Getty Images
Según CERN, los átomos sólo se formaron 380.000 años después del Big Bang… de manera que algunos tienen al menos unos 13.300 millones de años.

“Es una pregunta interesante. Una forma de responder es que para un físico, el átomo pervive, solo cambió un poco. Pero para un químico, si cambias el potasio en calcio u otra cosa, es una sustancia completamente diferente”, explica.

Para Van Leeuwen, que es un físico, los átomos son inmortales, en el sentido de que incluso si pierden algunas partículas, siguen siendo el átomo original.

Una taza de vidrio que ha perdido su asa sigue siendo una taza, aunque tal vez sea mejor llamarle vaso.

Pero, ¿qué pasaría si el átomo más pequeño de todos, el hidrógeno, que sólo tiene un protón y un electrón, perdiera cualquiera de ellos?

¿Dejaría de ser un átomo? ¿Dejaría de ser… de existir?

Distinto pero igual

“Un átomo de hidrógeno es súper simple”, confirma el físico teórico del CERN Matthew McCullough, quien se dedica a tratar de comprender cómo se comportan las partículas que componen nuestro universo.

La cuestión es si esos átomos tan simples se desintegran.

“Por lo que sabemos, no”, dice.

Nunca se ha visto que suceda, pero eso no significa que no pueda suceder.

Es posible que los átomos de hidrógeno pierdan partículas demasiado lentamente para que lo detectemos. Cuando el primero lo haga, los humanos ya podríamos estar extintos.

“Pero podemos calcular un límite a la rapidez con la que se desintegra un protón y parece que tarda más de 10³⁴ años”.

Eso es 10 con 34 ceros después. Desde un punto de vista humano, eso es mucho más tiempo del que durará nuestra especie, mucho más que la duración probable de la vida de la Tierra y de nuestro Sistema Solar.

De hecho, es mucho, mucho más largo que la edad del universo: es el tiempo transcurrido desde el Big Bang, multiplicado por un billón, multiplicado por un billón de nuevo.

Por lo tanto, parece que los átomos de hidrógeno podrían ser el mejor candidato a ser inmortales.

Ilustración de un átomo de hidrógeno
Getty Images
Un átomo de hidrógeno: sencillo pero perdurable.

“Es una cuestión esencialmente especulativa”, apunta McCullough.

“En términos prácticos, sí, yo diría que los átomos son inmortales. En términos absolutos, no creo que lo sean”.

Entonces, técnicamente, los átomos pueden no ser inmortales. Incluso el átomo más pequeño, el hidrógeno, podría desintegrarse en un destello de luz.

Sin embargo, tardaría tanto que, desde el punto de vista de la vida en el planeta Tierra, básicamente podemos ignorarlo.

Hasta aquí, si estás dispuesto a aceptar que un tipo de átomo que se convierte en otro tipo —como cuando el de potasio se descompone en calcio— sigue siendo el mismo, los átomos parecen inmortales.

Pero, qué pasa si vamos a CERN, hogar del Gran Colisionador de Hadrones, donde estrellan partículas a toda velocidad. ¿Podría eso destruir un átomo?

Asesinos de átomos

CERN es el laboratorio de física de partículas más grande del mundo, y ahí el físico Van Leeuwen trabaja en ALICE, las siglas de A Large Ion Collider Experiment, que significa ‘Un gran experimento de colisionador de iones’.

“Algo que hacemos es que colisionamos iones de plomo a una energía muy alta. Lo que sucede es que se transforman casi completamente en energía pura, y luego se deshacen en muchos, muchos pedazos”, dice.

“En esas colisiones producimos una temperatura muy alta, 100.000 veces la del núcleo del sol. Y a esas temperaturas, el núcleo se derrite y obtienes un líquido que consiste principalmente en quarks y gluones”.

Los quarks y los gluones son partículas diminutas que forman los protones y neutrones en el núcleo de un átomo. Y cuando haces que dos átomos choquen, obtienes lo que los expertos llaman plasma de quarks-gluones.

El átomo queda “destruido por completo”, señala Van Leeuwen, lo que le borra la cualidad de inmortal.

La pregunta sería si ese tipo de colisiones a alta velocidad de dos átomos ocurren fuera de los laboratorios… y resulta que sí.

“En el universo hay partículas de alta energía, que llamamos rayos cósmicos, y cuando golpean un átomo, también lo pueden destruir”, cuenta.

“Eso ocurre ocasionalmente en la atmósfera: si la energía es lo suficientemente alta, calienta tanto el núcleo que se evapora o se derrite”.

Aunque los átomos no colisionen con los rayos cósmicos con mucha frecuencia, sucede, y ahí termina su vida eterna… eso si no tuvieron la mala suerte de terminar en el experimento de Van Leeuwen.

“Somos asesinos de átomos”, confiesa.

CERN
AFP via Getty Images
En el CERN, hogar del Gran Colisionador de Hadrones, estrellan partículas a toda velocidad.

Entonces, los átomos no son inmortales.

Pero la gran mayoría de los que componen el planeta Tierra seguirán allí cuando muramos, cuando nuestros hijos mueran e incluso cuando se extinga la raza humana.

Así que, aunque no son técnicamente inmortales, desde nuestro punto de vista como seres mortales, bien podrían serlo.

Pero, entonces, ¿por qué todo lo vivo muere?

“Creo que hay una diferencia entre la inmortalidad y la mortalidad versus la vida”, señala la astrobióloga Betül Kaçar de la Universidad de Wisconsin-Madison en EE.UU.

Átomos que piensan

Kaçar está buscando vida más allá de la Tierra, así que piensa mucho en la vida misma.

“Estamos compuestos de productos químicos. No hay duda de eso —dice—. Pero ciertamente sucedió algo muy único en nuestro planeta que no hemos visto en ningún otro lugar: este es el único donde los átomos hacen la transición a un estado que exhibe un comportamiento vivo”.

¿Qué hace que unos átomos se unan en una estrella asombrosa pero que no está viva y otros se unan para hacer vida? ¿Qué tiene de especial un grupo de átomos que hace que algo esté vivo?

“Piensa en un copo de nieve: unos productos químicos se ensamblan, adoptan una forma estable, existen por un tiempo”.

Si en ese tiempo pudiera dar a luz “a otros copos de nieve, los cuales producirían más copos de nieve, y luego formarían una comunidad, que formaría un bioma completo, que formaría un ecosistema completo, que cambiaría el planeta”, esa configuración precisa de átomos contaría como viva.

Pero los copos de nieve sólo se derriten. En cambio, las bacterias, las plantas y los animales, que pueden hacer nuevas versiones de sí mismos.

“Esa es la diferencia entre una colección de átomos estáticos y la vida. Sigue siendo la misma química, pero esta vez, la vida es química que tiene memoria”, afirma.

“Así que tal vez necesitemos separar la vida de su composición, y más bien tratar de extraerla como un comportamiento. Por eso entra en juego la reproducción, la competencia, la cooperación, las diferentes dinámicas a lo largo del tiempo”.

Manos a los lados de un átomo
Getty Images
Somos quizás la única colección de átomos que medita sobre su naturaleza.

La vida, entonces, es más que una combinación de diferentes átomos. Se trata de la forma en que esos átomos interactúan entre sí, lo que puede sonar vago, pero describir la vida no es la tarea más fácil.

“Definitivamente debemos resistirnos a las narrativas simples. Sí, por supuesto, podemos ver que la vida necesita reproducirse, pero muchos químicos también pueden crear más químicos.

“Hay una especie de química de inteligencia, por así decirlo, que está codificada en la capacidad de la vida. Y necesitamos comprender cómo surge este tipo de comportamiento a partir de un mero conjunto de químicos. En eso es que estamos trabajando”.

Entre tanto, hay cosas que sabemos.

“Hay millones de veces más átomos en tu cuerpo que el número estimado de estrellas en el universo conocido”.

Y los muchos átomos de los que estamos hechos no se desperdician cuando morimos. Pasan a ser parte de más vida, desde otros humanos hasta pequeños microbios.

“En un sentido muy profundo, somos inmortales pues nuestros átomos, después de que nos hayamos ido, estarán aquí, y serán una fuente de alimento para otra cosa”, afirma.

“Incluso después de que los humanos se extingan, habrá diferentes formas de vida en este planeta que prosperarán con eso. En ese sentido, somos eternos”.

Además somos una versión de vida con “una habilidad que creemos que no tiene ninguna otra criatura viviente: la capacidad de cuestionar, preguntar, maravillarse”.

“Si lo piensas —agrega—, podríamos ser la única composición de átomos en el universo que reflexiona sobre su existencia”.

“Básicamente somos un montón de átomos que cuestionan su propia mortalidad”.

línea
BBC

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