Es cierto que el martes 24 de octubre el presidente Andrés Manuel López Obrador mandó solo un tuit alertando a la población, y lo hizo cinco horas después de que el Centro Nacional de Huracanes estadounidense advirtiera de un huracán “extremadamente peligroso”, al menos de categoría 4.
También es un hecho que el mandatario no mencionó en ningún momento el fenómeno en su conferencia matutina ese día, aunque para ese momento ya había pronósticos, un aviso y una alerta de Protección Civil, sobre que Otis pasaría de tormenta a huracán.
¿Pero en qué momento el sistema de alerta estadounidense y Conagua en México advirtieron que el huracán podía llegar al máximo nivel de riesgo, el de categoría 5?
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Aquí la cronología con momentos clave:
– El lunes 23 de octubre a las 14:48 horas de México el Centro Nacional de Huracanes estadounidense indicó que lluvias intensas asociadas con la entonces tormenta Otis comenzarían a impactar áreas del sur de México.
En ese momento, 33 horas y 37 minutos antes de que finalmente tocara tierra, refirió por primera vez la posibilidad de que Otis tuviera condiciones de huracán para la tarde del martes 24 de octubre, aunque sin anticipar la categoría que podía alcanzar.
“Condiciones de huracán son posibles a partir del martes por la noche”, publicó.
– “Se pronostica que Otis estará cerca de la fuerza de un huracán al tocar tierra en el sur de México”, refirió el Centro estadounidense el 23 de octubre a las 20:54 horas.
– Ya el martes 24 de octubre, a las 3:01 am, el Centro de Huracanes estadounidense advirtió sobre lluvias intensas, inundaciones y deslaves por Otis convirtiéndose en huracán.
– A las 4:33 AM, la Coordinación de Protección Civil federal refirió que la tormenta tropical Otis mantenía su trayectoria hacia las costas de Guerrero, fortaleciéndose para convertirse en huracán categoría 1, por lo que puso en nivel de alerta amarilla a varias zonas de la entidad.
– A las 10:00 AM, Conagua indicó: “Se prevé que la tormenta tropical se incremente a huracán categoría 1, durante las próximas horas”.
– Al mediodía Conagua y la gobernadora de Guerrero confirmaron el paso de tormenta tropical a huracán categoría 1, y a las 13:00 horas que había pasado a categoría 2.
– A las 15:00 horas de México, 9 horas antes de que tocara tierra, el Centro estadounidense elevó el tono de alerta al advertir que Otis se había intensificado “rápidamente” hasta convertirse en un huracán importante.
Anticipó que llegaría a una categoría 4 “extremadamente peligrosa” y que tocaría tierra la misma noche del 24 o la madrugada del miércoles.
Pasaron apenas tres horas entre que dicho Centro publicara que Otis se había convertido en huracán al pronóstico de que alcanzaría categoría 4.
– A las 15:22 horas, la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil Guerrero informó que el huracán había subido a categoría 3, a una distancia de 185 kilómetros al sur-sureste de Acapulco, con vientos máximos sostenidos de 205 km/h.
– A las 18 horas -6 horas antes de que Otis tocara tierra- tanto el Centro estadounidense como Conagua confirmaron que había llegado “rápidamente” a categoría 4 y anticiparon que podía llegar a categoría 5, la de máximo riesgo e impacto.
– Poco más de dos horas después, a las 20:06, el presidente publicó su único mensaje alertando a la población de Guerrero, tanto en Twitter como en Facebook:
“Atento aviso a toda la población de la Costa Grande de Guerrero: De acuerdo con la información disponible se pronostica que el huracán Otis entrará al territorio con categoría 5 entre Acapulco y Técpan de Galeana de las 4 a las 6 de la mañana. Están en marcha el Plan DN-III-E y el Plan Marina en coordinación con el gobierno del estado. Acepten trasladarse a refugios, mantenerse en lugares seguros: alejados de ríos, arroyos, barrancas y estén alerta, sin confiarse. Nosotros también estamos pendientes”, escribió.
– El huracán ya con categoría 5 tocó tierra en Acapulco, Guerrero, cuatro horas después de su mensaje, a las 00:25 horas del miércoles 25 de octubre.
Si bien López Obrador publicó un solo mensaje previo a que tocara tierra el huracán, por otro lado las cuentas de Protección Civil Federal, Conagua, el gobierno de Guerrero y el del municipio de Acapulco hicieron múltiples publicaciones durante el 24 de octubre alertando a la población.
La gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, publicó incluso un día antes, el lunes 23 de octubre, dos mensajes en los que indicó que la entonces tormenta tropical Otis se mantenía avanzando hacia Acapulco, intensificando la posibilidad de lluvias, ante lo que se había declarado en sesión permanente al Consejo Estatal de Protección Civil de Guerrero.
Ya para el 24 de octubre, la gobernadora difundió a las 7:21 horas (horario en que ya está la transmisión de la conferencia matutina del presidente López Obrador) en su cuenta de Facebook que Otis mantenía su trayectoria hacia las costas de Guerrero y podría convertirse en huracán categoría 1 en las próximas horas, por lo que pidió a las población “extremar precauciones, seguir atentos y acatar las medidas preventivas”, además de informaron en un mensaje posterior sobre la suspensión de clases.
Al mediodía Protección Civil, en su cuenta de Twitter, mencionó una alerta naranja y de peligro alto para las zonas Sureste, Sur, Suroeste, Centro y Noroeste de Guerrero, por el acercamiento de Otis como huracán de categoría 1.
Horas después, a las 15:44, en una conferencia de prensa la alcaldesa de Acapulco, Abelina López, dijo que Otis había pasado a categoría 3 y que se esperaba que por la noche llegara a categoría 4. Pidió a la población no salir a la calle, no cruzar arroyos ni bajadas de agua, prepararse para lluvias intensas y organizarse con familias para ubicar lugares seguros, incluyendo refugios, además de asegurar tejados y techos.
A las 17:38 horas, minutos antes de que el Centro de Huracanes estadounidense anticipara que Otis podía llegar a categoría 5, la gobernadora Salgado publicó un mensaje pidiendo a la población de la Costa Grande que si vivía en zonas de alto riesgo identificara su refugio temporal más cercano.
A las 18:38 horas, informó sobre la instalación del Centro de Mando para la Atención de los Efectos del Huracán “Otis”, con la participación del Ejército y el gobierno municipal.
Después, a las 19:15 horas, refirió que “Otis” se había intensificado a categoría 4, y a las 20:00 horas publicó un video de Alerta en Guerrero, insistiendo a la población en ubicar los 396 refugios temporales que aseguró se instalaron en las regiones Costa Chica, Costa Grande, Acapulco y Montaña.
Casi al mismo tiempo, la alcaldesa de Acapulco daba una conferencia prensa en la que declaró alerta roja, ya que se esperaba que el huracán llegara a categoría 5, como lo habían anticipado al menos un par de horas antes el Centro de Huracanes estadounidense y Conagua.
En ese mensaje la presidenta municipal pidió a la población en zonas de alto riesgo en Acapulco evacuar, diciendo que habían colocado 25 refugios y 4 albergues.
Cuando los investigadores detectaron la presencia de Otis se sabía que era una tormenta tropical que dejaría lluvias en las costas del Pacifico mexicano, pero al pasar sobre agua que alcanzaba los 31 grados tuvo la energía suficiente para convertirse en un huracán que terminó impactando tierra con la máxima fuerza posible: categoría 5.
Especialistas coinciden en que la rápida intensificación de Otis fue “completamente inesperada”, y que los pronósticos fallaron en anticipar con más tiempo cuál sería su magnitud, “un error casi incomprensible para todos los modelos meteorológicos”.
Brian McNoldy de la Universidad de Miami en Florida dijo a New Scientist que “todavía hay procesos que pueden ocurrir en muy poco tiempo en un huracán y que simplemente no entendemos”.
MacNoldy también explicó en su cuenta de X, antes Twitter, que “pocas tormentas son tan impredecibles” como lo fue Otis. Pues el pronóstico de intensidad calculado por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC) cada seis horas mediante diferentes modelos matemáticos se quedó corto respecto a lo que en realidad pasó. De hecho, él mismo lo ha calificado como algo “prácticamente impredecible”.
Julian Hemingt, de la Oficina Meteorológica del Reino Unido, también dijo a New Scientist que aunque los modelos han mejorado a lo largo de los años, “la rápida intensificación de los ciclones tropicales es a menudo algo que los modelos todavía luchan por predecir con un alto grado de precisión”.
Una de las hipótesis de Ryan Maue, analista meteorológico y climático, es que Otis era un ciclón tropical demasiado pequeño para ser revisado por modelos globales. Y los modelos de mesoescala probablemente no tenían suficientes datos.
Recordemos que un huracán se forma gracias a dos factores principales: la temperatura alta en las zonas superficiales del agua y la humedad del aire. El agua por la que pasó Otis estaba caliente por el fenómeno de El Niño, y si bien estos elementos se pueden medir y calcular sin mayor problema Sharanya Majumdar, investigadora de huracanes de la Universidad de Miami, explicó a Science que la “anatomía interna” de una tormenta es mucho más difícil de medir, y eso es lo que determina en última instancia si se producirá una rápida intensificación.
Science explica que el problema es que las nubes bloquean la vista de esa anatomía interna, es decir, del tipo de estructura con la que se está formando el huracán. Así que con los datos disponibles, todas las simulaciones por computadora predijeron que Otis se intensificaría gradualmente. Pero hasta el martes, cuando los aviones pudieron volar dentro de Otis, se dieron cuenta que los modelos se habían equivocado y la estructura de Otis era perfecta para que creciera de forma rápida.
“Nuestras predicciones simplemente no dieron suficiente tiempo para que los residentes se prepararan adecuadamente”, señaló a Science Brian Tang, científico atmosférico de la Universidad de Albany.
Lo que sí sabemos desde hace varios años es que las altas temperaturas en los océanos son un factor clave para la formación de huracanes, hecho que aumenta como consecuencia del calentamiento global. Desde 2017, una investigación del Instituto de Tecnología de Massachusetts alertó que “la rápida intensificación (de los huracanes) justo antes de tocar tierra probablemente se vuelva cada vez más frecuente y severa a medida que el planeta se calienta”.
El expresidente uruguayo sobre sus tiempos de guerrillero, su fuga de una prisión por un túnel, cómo conoció a su esposa, la tortura y el retorno a la libertad.
José Mujica escuchó con buen humor las disculpas: la entrevista se extendió por casi dos horas, bastante más tiempo de lo previsto.
“Yo no tengo la culpa si tuve una vida que es una novela”, comentó luego, con una leve sonrisa cómplice.
La charla transcurrió el 7 de abril de 2023, un día soleado del otoño austral.
Mujica estaba dentro de un pequeño cuarto precario instalado frente a su casa en la zona rural de Montevideo, un lugar donde abundan el aire limpio, los cantos de pájaros y los ladridos de perros.
Con 87 años de edad entonces, Mujica rememoró para el podcast Witness History de BBC World Service varias etapas de su vida, todas previas a ser electo presidente de Uruguay en 2009 y volverse una figura reconocida de la izquierda latinoamericana a nivel internacional.
Los recuerdos incluyeron sus años de lucha armada en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), la guerrilla urbana uruguaya que en las décadas de 1960 y 1970 practicó asaltos, secuestros y ejecuciones influida por la revolución cubana y el socialismo.
En aquel tiempo los tupamaros usaban la violencia contra un gobierno constitucional, por lo que muchos los responsabilizan por el espiral de violencia que condujo al golpe de Estado militar de 1973, aunque según Mujica había en Uruguay una “democracia enferma” que reprimía cada vez más e iba hacia una dictadura inevitable como en otros países en la región.
El hombre apodado “Pepe” también sostuvo que nunca llegó a matar a alguien. “Yo no tengo ningún asesinato. De pura casualidad, pero no tengo ninguno”, dijo durante la entrevista.
Narró episodios como su fuga con otros 105 tupamaros y algunos presos comunes de la cárcel montevideana de Punta Carretas en 1971 por un túnel, un hecho impactante que llevó al gobierno a transferir de la policía a los militares el comando del combate a la guerrilla.
También se refirió a su período más largo y duro en prisión, así como al recuerdo de su primer encuentro con Lucía Topolansky, quien mucho después se volvería su esposa y en 2010 lo investiría como presidente por ser la senadora más votada, una vieja tradición en Uruguay.
Lo que sigue es un resumen de cinco de esos momentos en la vida de Mujica, relatados por él mismo, junto a un pedido que indicó para su muerte.
En esa época yo era el jefe militar de una columna (del MLN-T). Estábamos preparando una operación que al final se hizo legendaria.
Había un grupo económico en Uruguay que guardaba riqueza clandestinamente para eludir impuestos. Tenía reservas en monedas de oro, libras esterlinas… Teníamos la información y estábamos preparando esa operación (para robarlo).
Estábamos en un café con compañeros legales, que no eran clandestinos. Llegó una patrulla y ahí anduvimos a los tiros. Traté de resistir y recibí algunos balazos en el suelo a causa de los cuales perdí el bazo, me hirieron el páncreas y fui a dar a un hospital militar que estaba muy cerca.
Me operaron. Y yo no sabía nada: el que me operó era un médico compañero que yo ni conocía. Fue una desgracia con suerte.
La primera fuga, que se llamó “El Abuso”, está precedida por un montón de intentos.
La idea era que los compañeros de afuera de la cárcel hicieran un túnel hacia adentro. Pero tuvo enormes inconvenientes que causaron alarmas y la hicieron peligrar.
En esas condiciones surgió la idea de intentar un túnel de adentro de la cárcel hacia afuera. Pero había que solucionar una multitud de problemas. Uno de ellos: ¿cómo agujerear las paredes en una cárcel vieja de ladrillos enormes, muy duros?
Nos enteramos por los presos comunes que las paredes se serruchan con una cadena. Hicimos un primer ensayo en la celda en que yo estaba con otros compañeros. Robamos una cadena de los baños, hicimos un agujerito de un lado al otro y empezamos a serruchar. Pero las cadenas no resistían. Entonces decidimos cortar por la mezcla, el material más blando, con los alambres de las camas.
Mediante sobornos, convencimos a algunas autoridades para que las requisas fueran una mirada desde afuera y nada más.
Estábamos en un piso arriba y el piso de más abajo era de presos comunes. Necesitábamos atravesar las paredes de tal manera que se sacaban unos paneles cuadrados y se ponían.
Hacíamos entrar portland blanco (un tipo de cemento) entreverado con harina. Con eso hacíamos un revoque que después ensuciábamos con café y yerba, para que quedara con la impresión general que tenían las celdas. Entonces estábamos en condiciones de sacar los pedazos y comunicarnos.
Habíamos logrado convencer a un preso común que estaba abajo, a partir de cuya celda íbamos a iniciar el túnel hacia afuera, con la promesa de que cuando lográramos la libertad también lo íbamos a llevar. Y así fue.
Fue una obra que llevó más de un mes. Organizamos a los compañeros más fuertes para que fueran haciendo el túnel. Tuvimos que solucionar el problema del aire con unos fuelles que fabricamos.
Cuando llegamos al cimiento había que bajar más y ahí nos encontramos con un pedazo de roca que nos trancó. El plan estuvo a punto de fracasar, pero logramos superarlo. Y atravesamos la calle.
Sacábamos la tierra en bolsitas y la íbamos poniendo debajo de las camas. Quedamos casi atorados de tierra, pero disimulamos.
Pudimos aprontar la infraestructura para una noche determinada en la que los compañeros tenían que ocupar las casas de enfrente, por donde íbamos a salir.
Teníamos algunos compañeros que eran ingenieros que inventaron un aparato para podernos guiar bajo tierra. Le erramos por un metro más o menos al lugar por donde teníamos que salir.
Los compañeros que ocuparon la casa, con un estetoscopio, averiguaban los golpes.
Estábamos contentos, pero muy preocupados. Esto estuvo acompañado con una fiesta que hicieron otros compañeros en una parroquia que había al lado, con baile y todo, que distraía.
Paralelamente en otro extremo de la ciudad, en La Teja, los compañeros que estaban afuera hicieron una cantidad de operaciones que tenían la función de tratar de llevar el aparato policial hacia los disturbios, para que hubiera menos capacidad represiva en la zona donde estábamos.
Salimos en dos camiones que se habían conseguido en una barraca.
A mi esposa la conocí la noche que nos escapamos de la cárcel. Ella estaba con la gente que apoyaba desde afuera. Habían ocupado una de las casas en las cuales nosotros emergimos de abajo de la tierra para salir de la cárcel luego de haber hecho el túnel.
La vi casi accidentalmente y seguimos la vida.
Era una estudiante avanzada de arquitectura que trabajaba en una financiera paralela de un banco. Era muy bonita y joven.
Dentro de los trabajos que tenía en la financiera, la mandaban con un bolso de dinero a algunas avionetas que paraban en Carrasco. Era un negocio de economía financiera clandestina. Y decidió denunciarlo.
Pero el banco estaba muy conectado a los intereses de un ministro de Economía de la época. Se dio cuenta que los recursos legales que se podían hacer iban a fracasar y decidió pasarle la información a los tupamaros.
Unos compañeros fueron a esa oficina. Se llevaron un montón de documentación e hicieron la denuncia pública. Los dueños de la financiera no tuvieron mejor idea que hacer un incendio para tratar de disimular la cosa. Fue un escándalo.
Yo fui preso de vuelta y me volví a escapar. Esta segunda fuga fue al revés: un túnel de afuera hacia adentro.
Y nos encontramos una noche en que andábamos muy perseguidos. Yo ocupaba un cargo de relativa dirección y ella tenía contactos con parte del aparato clandestino.
Los humanos, aunque no lo sabemos, cuando vivimos una atmósfera de peligro donde está en juego a cada paso la libertad y la vida, nos aferramos al amor porque la naturaleza biológica nos lo impone.
Y nos juntamos una noche, en la costa de un arroyo.
Estuve en una especie de sótano muy húmedo en un cuartel de (la ciudad de) Paso de los Toros años después, cuando ya habían dado el golpe de Estado los militares.
Recuerdo que mantenía seis, siete ranitas en el calabozo. Les ponía un vasito con agua, para que se bañaran. Ranitas de zarzal.
Allí fue donde registré que las hormigas gritan cuando tú las agarras y las pones en el tímpano de la oreja.
Era como un corredor largo. En la parte de adelante siempre había un guardia, que caminaba de un lado al otro. Una larga escalera salía a un lugar donde estaba la guardia de soldados. Cuando había que ir al baño teníamos que llamar y nos llevaban.
En esa época, cada siete u ocho meses nos cambiaban de cuartel. Aprendimos una cosa: siempre se puede estar peor. Yo estuve siete años sin poder leer, sin libros, sin nada.
Muchos plantones y torturas varias al principio. Todo es relativo.
Por ejemplo, en el cuartel de Minas, cuando me sacaron de la cárcel y empezaron el peregrinaje por los cuarteles, estuve seis meses atado con alambre, esposado atrás. Tenía que pasar el día sentado en un banquito contra la puerta, en un calabozo.
Ahí me enteré que estaba cayendo Saigón en la guerra de Vietnam.
Yo salí en la primera tanda de compañeros, dos días antes, porque los que no tenían delitos de sangre salimos primero.
Pero salí con una misión: tenía que conseguir un local para que nos pudiéramos juntar. Y así fue.
Fui a mi casa, le di un abrazo a mi madre y salí inmediatamente a conseguir ese local. Logramos un convento en el cual nos juntamos y estuvimos casi un mes, donde decidimos lo que íbamos a hacer en esa etapa.
La noche que salí habían liberado a las compañeras también. Y alguna mano amiga la trajo (a Lucía) a mi casa. Nos dimos un abrazo y nos juntamos hasta hoy.
Manuela vivió 22 años. Es un récord. Se murió de vieja y está enterrada debajo de un secuoya. Cuando yo me muera, les he pedido que me calcinen y que me entierren ahí.
La vida es hermosa. Y triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae, en todos los órdenes.
El único milagro que hay es haber nacido. Por lo tanto, hay que darle una causa al milagro de haber nacido.
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