
El Tren Suburbano Lechería-AIFA es un ramal de la Zona Metropolitana del Valle de México. El proyecto se anunció en marzo de 2020, como parte del Plan de Movilidad del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). Tras seis años de desarrollo, este tramo tiene prevista su entrada en operación en el primer trimestre de 2026.
A continuación, presentamos una guía sobre el trazo del tren, su costo y, sobre todo, las razones por las que este proyecto resulta clave para el futuro del AIFA, aeropuerto que en 2024 cerró con 6 millones 318,454 pasajeros movilizados, de acuerdo con datos publicados en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 7 de octubre de 2025.
Con la frase “muy pronto, todas y todos nos subiremos al tren”, la presidenta Claudia Sheinbaum compartió este domingo en redes un video de su primer recorrido a bordo del transporte que conectará Lechería con el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, una de las obras emblemáticas de infraestructura iniciadas durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. En el mensaje, la mandataria señaló que la obra civil registra un avance de 92 por ciento.
Sheinbaum Pardo afirmó que el tren de pasajeros Lechería-AIFA estará listo durante el primer trimestre de 2026, tras realizar el recorrido y supervisión por este nuevo sistema ferroviario.
“Queremos que para Semana Santa ya la gente pueda subirse en Buenavista, llegar al AIFA, tomar su avión a distintos lugares del país o del extranjero y que también todos los habitantes del Estado de México (Edomex) de esta zona puedan disfrutar de este tren”, explicó la mandataria mexicana, retomado en un comunicado de Presidencia.
Esta previsión contrasta con lo dicho en julio pasado por el secretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), Jesús Antonio Esteva Medina, quien estimó que el servicio iniciaría operaciones en diciembre de 2025.
“Para diciembre esperamos ponerlo en operación”, declaró entonces a medios el funcionario durante la conmemoración Siete Siglos de Legado de Grandeza de México-Tenochtitlán 1325-2025.
En palabras del director general de la Agencia Reguladora de Transporte Ferroviario (ARTF), Andrés Lajous Loaeza, este tramo abarca 23.7 kilómetros con seis estaciones y una terminal, como se observa en la siguiente imagen:

El tiempo recorrido desde Buenavista hasta el AIFA será de 43 minutos y beneficiará a 82,621 pasajeros diarios, con una velocidad comercial promedio (que emplean los vehículos del transporte público) de 65 kilómetros por hora y con una velocidad máxima de diseño de 130 kilómetros por hora. De igual manera, cada tren tendrá un intervalo de paso de 15 minutos y una capacidad para 719 pasajeros.
Además de la conexión con el Tren Suburbano Buenavista-Cuautitlán, el ramal tendrá conexión con la Línea B del Metro de la Ciudad de México, con las Líneas 1, 3 y 4 del Metrobús y con el Mexibús en el Estado de México.
En tanto, el director general de Banobras, Jorge Mendoza Sánchez, detalló que los horarios de operación serán de las 5:00 a las 00:30 horas con un sistema de pago homologado con la tarjeta de movilidad integrada de la Ciudad de México (TMI-CDMX).
“Haremos que el sistema de paso sea interoperable con el resto de los sistemas de transporte con la CDMX. Al inicio se va a utilizar una tarjeta de prepago del Tren Suburbano, también vamos a tener un sistema de QR para los viajeros y estamos paralelamente gestionando para que se pueda utilizar la tarjeta famosa TMI, que se usa en otros sistemas de transporte de la Ciudad de México”, agregó el director de Banobras.
Aunado a lo anterior, adelantó que en una fase posterior las personas usuarias podrán ocupar su tarjeta de crédito y de débito sin contacto en los accesos del tren. No obstante, hasta la presentación del recorrido hecho por la mandataria y los funcionarios el fin de semana, no hay tarifas actuales del tramo.
De acuerdo con la versión estenográfica del 21 de diciembre, la respuesta de Sheinbaum a la pregunta realizada por medios “¿Ya se sabe el costo del viaje completo?” fue: “Estamos analizándolo todavía, pero va a ayudar a quienes viven en el Edomex y también da conectividad al AIFA”.
A partir de lo mencionado por Lajous Loaeza, el ramal quedaría como aquí se muestra:
En total serán diez trenes: siete van a operar al mismo tiempo, dos estarán de reserva y uno estará en mantenimiento continuo. Para su inauguración, la presidenta puntualizó que solo hace falta la construcción de tres puentes peatonales y se lleva a cabo el periodo de pruebas de la señalización automática. Además de que se pondrá a consideración su nombre.
En el tren donde iba a bordo Sheinbaum, el conductor —de nombre Pedro— dijo que se trataba de un tipo Civia, fabricado por la empresa española Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), el cual cuenta con sistema de videovigilancia, control automático, paro de emergencia y aire acondicionado.
El ramal Lechería-AIFA se perfila como una pieza clave para el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, en respuesta a las constantes críticas de usuarios por la falta de conectividad para llegar a este puerto aéreo, a tres años de su inauguración, el 21 de marzo de 2022.
En una nota de Animal Político, publicada en febrero pasado y basada en testimonios de pasajeros, una usuaria señaló que, aunque el AIFA “tiene instalaciones lindas”, se encuentra lejos y resulta poco accesible.
Actualmente, el aeropuerto de Santa Lucía solo permite el acceso mediante coche particular, taxi —con tarifas superiores a 1,000 pesos desde la Ciudad de México—, camiones operados por empresas privadas, la Línea 1 del Mexibús o transporte público que cubre la ruta de Ciudad Azteca a Ojo de Agua.
En su página oficial muestra 19 puntos de conexión para los habitantes del Edomex y de la capital mexicana, pero bajo el esquema de autobuses o camiones de empresas privadas, en zonas como Bellas Artes, Indios Verdes, Satélite, Ángel de la Independencia y WTC.
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En un mundo cada vez más estresante, muchos viajeros encuentran consuelo en la repetición: volver cada año a los mismos pueblos de esquí, suburbios costeros o sus cafés favoritos.
Durante los últimos 15 años, el fotógrafo Jason Greene y su familia han viajado desde la ciudad de Nueva York hasta Mont Tremblant, en Quebec, para pasar una semana del invierno boreal en la nieve.
“Tenemos una tradición: el primer día comemos paletas de jarabe de arce, patinamos sobre hielo y luego pasamos por la tienda de dulces local”.
La ciudad turística francocanadiense, dice, “ocupa un lugar especial en nuestros corazones porque allí todos aprendimos a esquiar y hacer snowboard”.
Para muchos viajeros, la novedad es el objetivo: tachar nuevos destinos y buscar nuevas sensaciones.
Pero un número creciente de personas, como Greene y sus cuatro hijos, hace lo contrario: regresa al mismo lugar cada año. Reservan la misma habitación, comen los mismos platos y recorren las mismas calles para encontrar comodidad en lo familiar, en lugar de la emoción del descubrimiento.
“Para muchas personas, hay una sensación de seguridad al volver a lo conocido”, afirma Charlotte Russell, psicóloga clínica y fundadora de The Travel Psychologist.
“Sabemos qué esperar, qué nos conviene… y [es] menos probable que enfrentemos desafíos inesperados”.
Este comportamiento, añade, suele atraer a personas abrumadas por su vida diaria, por lo que repetir las mismas vacaciones una y otra vez puede resultar muy reconfortante.
Esa sensación incomparable de tranquilidad fue lo que me llevó de nuevo a Lima, Perú, este mayo, exactamente un año después de mi primera visita, mientras escribía mi libro de viajes Street Cats & Where to Find Them.
Me alojé en el mismo hotel, comí el mismo sándwich en el mismo café, caminé por las mismas calles y dejé que muchos de los mismos gatos durmieran en mi regazo, disfrutando de la satisfacción que me había sorprendido la primera vez.
La profesora de sociología Rebecca Tiger ha regresado a Atenas ocho veces, con una novena visita programada este mes, por razones similares. “Siempre me quedo en Pangrati porque me encantan los cafés del barrio [y] sus gatos”, señala.
“Ahora tengo residentes locales con quienes mantengo contacto mientras estoy fuera y socializo cuando regreso”.
Tiger aprecia la familiaridad que ha cultivado con el tiempo y no se aburre gracias a la diversidad de experiencias que ofrece el lugar.
Los datos reflejan este cambio impulsado por la nostalgia.
Según el informe para 2026 Where to Next? de la plataforma de viajes Priceline, el 73% de los viajeros encuestados afirmó sentirse atraído por los lugares y experiencias que los marcaron, desde playas familiares hasta parques de diversiones.
El último informe global de viajes de Hilton confirma la tendencia: el 58% de los viajeros con hijos planea volver a destinos de su propia infancia, mientras que el 52% de los viajeros brasileños regresa a los mismos lugares año tras año.
La nostalgia y la comodidad son lo que ayuda a Greene y su familia a “dejar atrás el estrés de la vida y relajarse en nuestros lugares favoritos”.
No solo repiten su costumbre del jarabe de arce en la montaña.
Su rutina diaria en Mont Tremblant también se replica cada año: “Esquí y snowboard durante tres días seguidos, luego un día libre para pasear en trineo con perros, dar un paseo en carruaje u otra actividad invernal”.
Cuando la vida se vuelve difícil, es la anticipación de su viaje invernal -y la alegría que sienten juntos allí- lo que les ayuda a sobrellevarlo.
Russell señala que, desde una perspectiva neurocientífica, “los circuitos de recompensa en nuestro cerebro pueden volverse menos receptivos a medida que nos acostumbramos a visitar el mismo lugar”.
Sin embargo, volver puede seguir aportando beneficios para el bienestar, añade, destacando que suele ser más relajante ir a un sitio asociado con el disfrute porque seguimos “distanciados de las señales que asociamos con el estrés”.
Greene afirma que su familia no ha experimentado ninguna disminución en la emoción de hacer exactamente las mismas cosas en el mismo orden cada año.
Aun así, Tiger y yo intentamos añadir un toque de novedad a nuestras vacaciones repetidas y rutinas familiares.
Cuando visito Inglaterra, lo cual intento hacer varias veces al año, no es para repetir experiencias idénticas, sino para conocer estadios de fútbol, producciones teatrales y rutas de senderismo.
Si solo me quedara en Wandsworth y viera partidos en el estadio de Craven Cottage, mis vacaciones se volverían aburridas rápidamente.
En cambio, recorro el país, como en distintos restaurantes y dejo que mi curiosidad me guíe hacia nuevas aventuras. Según Russell, esta combinación ayuda a mantener viva la chispa de la exploración, al tiempo que ofrece comodidad.
Esto es importante, explica, porque “hay un punto en el que volver al mismo lugar empieza a ser problemático.
Si regresamos demasiadas veces y superamos nuestro “apetito” por él, se llama adaptación hedónica: acostumbrarse a las cosas placenteras y volver a nuestro nivel emocional original”.
Tiger plantea un argumento similar sobre su predilección por Grecia.
“El país sigue siendo nuevo para mí: nuevas playas, islas y pueblos rurales; hay tantos lugares por explorar que podría pasar toda una vida allí y no conocer ni una fracción de ellos”.
Si solo nos fijamos en los códigos de los aeropuertos de destino, nuestros viajes podrían parecer idénticos. Pero las experiencias que vivimos -Tiger en Grecia y yo en Inglaterra- son tan distintas que nuestros recorridos nunca resultan monótonos.
Crecí en los suburbios de Filadelfia y veía a los vecinos viajar en masa y entre el tráfico hacia la costa de Jersey cada verano. Iban al mismo pueblo, la misma playa, con las mismas atracciones en el mismo muelle y se alojaban en las mismas casas de alquiler.
Alguna vez me pregunté: ¿qué pasa cuando viajar deja de ser una ruptura con la rutina y se convierte en otra rutina más?
Ahora, en un mundo cada vez más estresante, entiendo el atractivo de buscar alegría en lo familiar, mientras doy un pequeño paso fuera de mi zona de confort para encontrar nuevas emociones en lugares conocidos.
A Tiger le encantan sus rutinas vacacionales en Grecia, pero admite que otras partes del mundo también le atraen.
“Siento mucha curiosidad por Japón, pero me gusta controlar el ritmo de mis días”, dice.
Su trabajo como profesora es agotador, al igual que su trayecto diario, por lo que se entiende cuando afirma: “Mi tiempo en Grecia es un respiro que agradezco, tanto porque es familiar como porque resulta extraño al mismo tiempo”.
Y añade: “Atenas casi se siente como un segundo hogar”.